Editorial


Barú y las islas

EL UNIVERSAL

02 de septiembre de 2018 12:00 AM

En Barú, la atención de la ciudadanía, como es normal, está enfocada, además de en los problemas de sobrecarga y contaminación de Playa Blanca, en los trabajos del pedraplén que construyen paralelo al lado norte de la isla. Por suerte este ya pasó el punto crítico en donde la ínsula podría haberse roto en dos durante algún temporal fuerte, uniéndose el Caribe con la ciénaga cercana, y por lo mismo, con la bahía de Barbacoas.

El pedraplén ha tenido un efecto que, visto retrospectivamente parece lógico, pero que tomó por sorpresa a casi todo el mundo. Al subir la marea, el agua se represa contra la estructura y el camino por la playa, antes usado por motos y camperos para ir al pueblo de Barú, sube tanto en altura, que la vieja orilla es intransitable, dejando a ese pueblo del extremo sur de la isla incomunicado. 

Menos mal que los constructores llegaron a un buen acuerdo con la comunidad al permitirles a los viajeros usar el pedraplén para evadir el terreno anegado y deleznable, sin que este uso interrumpa la obra, aunque es previsible que se tenga que cerrar al tráfico en algunas ocasiones para hacer ciertos trabajos.

Todas estas urgencias han aplazado pensar en que el pedraplén es una solución temporal, que el diseño completo de esta vía es mucho más grande y complejo, y que el resto de las obras necesitan financiación en momentos en que el país está en medio de una estrechez económica, con una deuda billonaria heredada del pasado gobierno.

Pero no solo es hora de pensar en esta vía, sino en un plan de desarrollo integral para Barú y el Parque Nacional Natural Corales del Rosario y San Bernardo, deuda enorme que aún tiene Parques Nacionales, que aparte de llevarse fondos recaudados aquí para mantener el sistema del resto del país, no rinde cuentas públicas de estos sitios bajo su responsabilidad y que atañen especialmente a Cartagena y a su turismo. O al menos, no le rinde cuentas a Cartagena, su único frente productivo.

¿Qué pasó con el famoso estudio de carga de turistas para las islas del Rosario, pendiente desde hace más de una década? ¿Qué pasó con el diseño integral para proteger las cada día más erosionadas islas de ese archipiélago, y de las de San Bernardo? El oleaje ya golpea plenamente a la mayoría de las islas, dado el mayor nivel medio del mar, lo que le permite pasar sin obstáculos por encima de la barrera natural que antes eran los arrecifes perimetrales, a su vez maltrechos por el blanqueamiento causado por la mayor temperatura del agua, dado el calentamiento global. 

Sería bueno que las autoridades locales se interesaran por estos asuntos, ya que la jefatura centralizada de Parques Nacionales Naturales guarda absoluto mutismo con respecto a estos asuntos de interés local, en vez de divulgarlos a todos los involucrados, que con seguridad podrían aportarle a las soluciones. Ojalá que el gobierno de Duque pueda darle un timonazo a esta nave aparentemente a la deriva.  

 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS