Editorial


Bulla en la Zona Norte

“De qué valen las acciones contra la prostitución y venta de drogas en comercio formales, que pagan impuestos todo el año, si similar tratamiento no existe para los informales...”.

EL UNIVERSAL

18 de enero de 2023 12:00 AM

La bulla en la Zona Norte es fenómeno social que se repite cada año para estas calendas. La contaminación sonora que se deriva de eventos musicales que se realizan en las playas de La Boquilla hacen insufrible la vecindad, y da grima que no se aprenda nada de esa reiterada experiencia molestosa.

De nada han valido las querellas que tantos vecinos han presentado por años contra el abuso por el alto volumen, que empresarios sin autorización estatal patrocinan o ejecutan con miras a satisfacer su ánimo de lucro en total desprecio de los derechos de vecinos y visitantes al descanso y el reposo.

El descontrol y la permisividad de las autoridades locales frente a las discotecas y fiestas de temporada que se organizan con música estridente a toda hora, pues no importa si es a las 4 de la tarde, a las 11 de la noche, a las 5 de la madrugada o a las 10 de la mañana, la rumba debe continuar sin solución de continuidad, pase lo que pase, llegue la autoridad que llegue, hasta que a los organizadores les venga en gana.

A este diario llegaron videos grabados en distintas horas del día y en más de un sitio, en los que se observa, incluso, un establecimiento abierto a las 5:30 de la madrugada con una rumba a todo volumen y nuevos clientes llegando a parrandear.

Hay que reconocer que los residentes quejosos narran que oficiales de la Policía llegan a los sitios a controlar los abusos, se apagan las fiestas; pero después, cuando los agentes se van hacia otros establecimientos, se vuelve a encender la guachafita.

Por ejemplo, de nada vale que no se deje celebrar un concierto programado para una noche, como en efecto ocurrió incluso cuando ya buena parte del público se encontraba en el sitio, si por otro lado varios establecimientos se dan el lujo de organizar fiestas similares, aunque en lugares más pequeños, pero que producen molestias iguales o peores que aquellos eventos masivos.

No puede ser que las playas de La Boquilla perpetúen la fama de espacio para rumbas interminables, cuando la posición de la Secretaría del Interior es el dar permiso para eventos de un solo día.

Es insufrible el deterioro al que está sometida la ciudad turística más importante y bella de Colombia.

De qué vale adelantar acciones para combatir la prostitución y venta de drogas en establecimientos de comercio formales, que pagan impuestos todo el año para su funcionamiento, que deben cerrar sus puertas a determinadas horas de la noche, si similar tratamiento no existe para los informales o los que funcionan en la Zona Norte, donde se ofrecen fiestas electrónicas sin ningún tipo de control, que funcionan sin interrupción por más de 15 días, con niveles de volumen inaguantables que no solo afectan a los vecinos y residentes; también martirizan a huéspedes de hostales de la zona, que deciden abandonar sus vacaciones ante una afrenta que solo pueden comprender quienes la han padecido.

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