Editorial


Cholón

“Esta crisis - y las absurdas confusiones que ha generado -, debe servir para transformar, organizar y desarrollar las actividades turísticas en esta zona”.

Los nativos de la zona insular y, singularmente, quienes derivan su sustento de las actividades mercantiles en Cholón, acusan una delicada situación social que ya ha derivado en expresiones peligrosas de orden público.

Las playitas de este territorio, que hacen parte de la jurisdicción del Parque Nacional Natural Corales Islas del Rosario, se han convertido en un popular balneario usufructuado sin regulación de actividades náuticas y turísticas, ni formalización de actividades comerciales. Allí confluyen, en gran concentración y de manera creciente (suspendido ahora por la pandemia), personas y embarcaciones causando un fuerte impacto socioambiental.

Los accidentes mortales y el acelerado deterioro ambiental son solo el pico del iceberg de un problema mucho más complejo, que afecta en primer lugar a las familias de trabajadores raizales del turismo informal.

De entre esos problemas ahora existe la percepción de discrepancias entre, por un lado, el sector turístico/hotelero y residencial de Cholón; y, por el otro, los nativos que laboran en las playitas. Sin embargo, después de escuchar a representantes de ambas partes, es claro que no hay tal determinación. Aunque sí hay personas irresponsables que, por motivos no revelados, se interesan en promover situaciones dirigidas a exacerbar posiciones en medio de las tensiones económicas que ha provocado la pandemia; tensiones agravadas por la precariedad económica de la población raizal, que aún no puede reabrir sus actividades de supervivencia, mientras no reciben ni ayudas suficientes ni alternativas de sustento.

Esta crisis -y las absurdas confusiones que ha generado-, debe servir para transformar, organizar y desarrollar las actividades turísticas en esta zona, oportunidad que, valga decirlo, no se repetirá. Para empezar, si bien la zona insular es diversa, no conviene pensarla de manera fragmentada. Cholón, Playa Blanca, Barbacoas, Punta Gigante, Isla Grande, etc., hacen parte de un sistema que cuenta actores clave, y de servicios y recursos ambientales en permanente interacción. Lo que impacta a algunos afecta a todos.

Para el caso específico de Cholón, es indispensable comprender que a ambas partes (los comerciantes informales de las playitas, los propietarios y los comercios formales hoteleros), les afecta por igual la polución auditiva, la inseguridad, el microtráfico, la falta de infraestructura y la manera desarticulada e improvisada como se está suscitando el desarrollo en la zona insular en general.

Un número elevado de familias depende del sustento que ese enclave les da y esto aplica no solo a nivel de la comunidad; también de quienes tienen establecimientos de comercio, como hoteles y restaurantes, todo lo cual justifica una intervención estratégica, concertada y pronta de las autoridades de cara al beneficio de todos los estamentos que confluyen en Cholón.

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