Editorial


Civismo y trancones

“Pero la esencia de los trancones es la falta de civismo por no seguir las normas. Obedecerlas quizá equivaldría a añadirle varios carriles a las vías (...)”

EL UNIVERSAL

01 de diciembre de 2018 12:00 AM

Cartagena se convirtió en poco tiempo en una ciudad de trancones. Los hay en muchas partes de la ciudad.

Si se sale de Bocagrande hacia Manga, hay que lidiar la indisciplina y la conchudez de conductores de buses, taxis, y carros particulares aparcados sobre el carril derecho, dejando o recogiendo pasajeros. Hemos visto conchudos jugar con sus celulares mientras su pasajero cruza las calzadas, incluida la exclusiva de Transcaribe en ambos sentidos, hacia al auto detenido en el carril derecho, sin importarle al conductor la obstrucción que causa. También se detienen allí los buses turísticos de dos pisos, y ratonean aquellos normales que quieren quitarle pasajeros a las lanchas que van para Playa Blanca.

Más adelante, en el semáforo de Los Pegasos, se detienen los múltiples taxis que hacen de colectivos. Una vez en los carriles entre el Camellón de los Mártires y el Centro de Convenciones (CCCI), comienza una guerra para lograr situarse en el carril que va a la Media Luna, o en el que gira a la derecha hacia Manga.

El primero (Media Luna) se tropezará primero con autos aparcados a la derecha, donde no deberían estar, y luego una cebra hacia el parque del Centenario con un flujo interminable de gente. Más adelante está el circo de la Media Luna, en donde taxis, busetas y carretillas con gaseosas hacen otro trancón.

Y si se gira a la derecha (Manga), se encontrará en la avenida del Arsenal con la fila de autos del aparcadero del Centro de Convenciones, inutilizando el carril derecho junto con los carros que dejan y recogen gente en las puertas del CCCI, mientras que el carril de la izquierda estará atrancado por autos parados frente a un hotel. Con suerte y paciencia se supera ese cuello de botella, solo para encontrar, si es de tarde o de noche, otro más adelante, esta vez las chivas turísticas ya incontrolables, aparcadas en el carril derecho frente a algunos bares, volviendo a atrancar el tráfico.

Si se entra a Manga por el peaje aledaño a la Sociedad Portuaria, habrá otro trancón interminable, incluidos por el puente Román si se gira a la izquierda, y por el de Las Palmas si se dobla a la derecha. Los trancones alrededor del Centro y en partes de Manga hasta hace poco se los atribuíamos a los arreglos que hacía Acuacar en inmediaciones del antiguo parque de las Botas Viejas, los que obligaban a los vehículos a concentrarse en las pocas vías alternas. Pero ya ese tramo está en servicio desde hace unas semanas y los trancones que hay en y alrededor de Manga y del Centro son enormes y cada día peores.

Los agentes de Tránsito, que son demasiado pocos, deberían preocuparse menos por el pico y placa en barrios que no lo necesitan, y más por otras infracciones peores para que haya mejor movilidad.

Pero la esencia de los trancones es la falta de civismo por no seguir las normas. Obedecerlas quizá equivaldría a añadirle varios carriles a las vías estrechas que tenemos atrancadas por los infractores.

¿Cómo se podrá lograrlo?

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