En nota de la pasada semana, expertos en movilidad de las Universidades de Cartagena y Tecnológica expusieron propuestas para mejorar el transporte en la ciudad, habida consideración del enorme atraso que tanto tenemos en la malla vial, respecto de la que en nueve años no se le han aportado nuevas vías, y ha sido nimia la inversión en refacciones de las existentes.
En efecto, frente a la ausencia de inversiones en calles y avenidas, y ante el hecho de que, según el más reciente informe de Cartagena Cómo Vamos, al menos el 26% de la red vial se encuentra en mal estado (478,4 kilómetros de carriles), es indispensable estructurar un plan factible para el corto y mediano plazo.
El incremento constante en los trastornos viales que a diario padecemos, como ocurre con la invasión de carriles por estaciones ilegales de taxis y motos en sitios precisamente neurálgicos para que fluya con más rapidez el tránsito vehicular; o la ocupación del espacio público contiguo a los pasos y circulación de automotores; o el ya desbordado crecimiento de indigentes, músicos, acróbatas, migrantes, limpiadores de panorámicos y demás personas dedicadas al rebusque en el cruce de avenidas y calles semaforizados, se suma ahora el caos por el incremento de carros y buses de otras ciudades que arriban a la nuestra por sus atractivos turísticos. Lo que ocurrió desde el viernes pasado es el presagio de días tormentosos por venir en la próxima temporada de fin de año.
Y no contribuye positivamente el funcionamiento intermitente de los semáforos o la ausencia de estos, o las caídas frecuentes en el fluido eléctrico, con lo cual el panorama de tendencia al desorden o a más frecuentes trancones, puede incrementarse a niveles que hagan insoportable la movilidad en la ciudad.
No puede perderse de vista cómo la debilidad en el sistema público de transporte influye en el aumento del parque automotor, animado por la medida del pico y placa, que conlleva a la compra de más de un vehículo por cuenta de ciudadanos con poder adquisitivo, con lo cual crece la demanda de vías en tanto que la oferta de estas se mantiene estancada.
Las soluciones no parecen ser otras que fortalecer el transporte público masivo y la movilidad activa o multimodalidad, incluidos el uso sostenible de los cuerpos de agua, bicicletas y caminos peatonales.
Y más creatividad, lo que supone el cambio de direcciones de algunas vías en sentido único; reglamentar las estaciones de mototaxis y taxis para evitar conflictos viales en puntos críticos de la ciudad; regularizar el servicio de semáforos; desestimular el uso del carro, lo que obliga a promover, mejorar y ampliar el Sistema Integral de Transporte Masivo; atreverse de una buena vez a desarrollar la movilidad acuática, dragando e interconectando canales y lagos; y construir puentes con la altura necesaria para hacerlo posible.
Comentarios ()