Editorial


Decreciendo

“Hay razones, entonces, para inquietarse, pues esto significa que nos adentramos a un aprieto que solo vimos durante la pandemia, época que no es comparable por su naturaleza...”.

EL UNIVERSAL

18 de noviembre de 2023 12:00 AM

Ya conocido el comportamiento del PIB para el tercer trimestre de 2023, es claro que entramos formalmente en decrecimiento, equivalente al 0,3% si se compara con el tercer trimestre de 2022.

Hay razones, entonces, para inquietarse, pues esto significa que nos adentramos a un aprieto que solo vimos durante la pandemia, época que no es comparable por su naturaleza extraordinaria, pero sí a la crisis que padecimos en 1999.

Y es inquietante porque durante el último semestre desde distintas esquinas se le viene rogando al Gobierno que adopte medidas que reactiven la economía para evitar esto, lo que no atendió.

Entre lo que se le ha pedido al Ejecutivo está reavivar los programas de subsidio a la vivienda de interés social y recursos para los programas intensivos de construcción de edificaciones; o mover los ingentes recursos que tiene en caja para proyectos de infraestructura; o los giros retenidos para el sector salud; o los tres días sin IVA para animar el comercio; o reducir el IVA al turismo, beneficio que se quitó en la tributaria del ministro Ocampo, tan criticada en varios de sus aspectos porque se sabía que deterioraría la economía y porque la Corte no le daría paso a varias de sus invenciones jurídicamente inviables, entre otras decisiones que habrían dinamizado la economía y, sobre todo, la preservación de empleos y la creación de nuevas plazas de trabajo.

Obviamente, los sectores más castigados, y que llevaron a una caída tan pronunciada del PIB, son precisamente aquellos a los que nos referimos en el párrafo anterior; esto es, la construcción, que cayó -8%, la industria manufacturera, el -6,2%, y el comercio, el -3,5%.

Para sorpresa de los entendidos, en vez de exhibir una propuesta de reactivación que incluya una efectiva gestión de inversión de los presupuestos y recursos no ejecutados, que engrosan las arcas de los bancos, o en corregir los errores en los diseños de determinadas políticas, como la de vivienda de intereses social, por ejemplo, que deja a ciudades como Cartagena de Indias por fuera de subsidios; o la política de decrecimiento instaurada por razones ideológicas más que prácticas en relación con el sector minero energético y las fuentes renovables, el Gobierno está hablando de propuestas que pueden agravar la crisis.

La de eliminar la regla fiscal, por ejemplo, no solo disparó el dólar; también envía un mensaje de que no se está entendiendo las razones de fondo de la crisis, y que no es con subsidios como vamos a salir de esta, sino gastando (invirtiendo) las copiosas sumas de dinero que están paralizadas en el sector financiero y que tendrían que estarse ejecutando, para lo cual no es necesario mover la regla fiscal.

El país está esperando señales claras para salir de la crisis sin poner en riesgo la inflación. Cuidarse de anuncios, como más impuestos o fórmulas que deprecien la confianza, es lo que se espera.

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