La aceptación oficial de personas como desmovilizadas de los grupos armados ilegales por parte del Gobierno, para luego ingresarlos a los programas de reintegración, implica un procedimiento riguroso para evitar colados e infiltrados: los primeros porque quieren beneficiarse de los programas sin cumplir con los requisitos, y los segundos para desestabilizar el país. Hasta ahora hay 53.479 desmovilizados certificados por el Gobierno de Colombia. Es decir, un verdadero ejército de personas buscando normalizar su vida.
El Alto Consejero Presidencial para la Reintegración, Alejandro Eder, recorre el país tratando de hacer entender el problema, acerca del cual hay bastantes tergiversaciones generalizadas. Por ejemplo, que las Bacrim están conformadas por desmovilizados, o que éstos son los atracadores de campos y ciudades, fleteros y sicarios.
Las estadísticas en manos de Eder demuestran que los desmovilizados son apenas un porcentaje muy pequeño de los “soldados” rasos de las Bacrim, ya que estos son jóvenes recién reclutados en barrios y campos, mucho menores que el promedio de edad del grueso de los desmovilizados.
Eder advierte, sin embargo, que casi 50% de los líderes de las Bacrim sí son ex combatientes de los grupos ilegales, y más precisamente, eran sus mandos medios, desmovilizados o no, que están en actividades criminales. Esto indica que el programa de reintegración es atractivo para los jefes y para los soldados rasos, pero no para los mandos medios, cosa que hay que arreglar.
El peor riesgo del programa de desmovilización y sobre todo del de reintegración, no es el talante torvo de los desmovilizados, sino la estigmatización en su contra que predomina en Colombia. El prejuicio generalizado de que quieren volver a su “vida fácil” es un exabrupto, ya que ser un combatiente ilegal es todo menos suave o agradable, sino de muchísimo riesgo e incomodidad. Para muchos colombianos, un puesto en la guerra es el único empleo que les ha sido ofrecido.
Eder exhorta a los colombianos a confiar en los desmovilizados y a darles empleo. Tal fue su petición a los empresarios reunidos en la Asamblea de la Andi, clausurada ayer en Cartagena.
El Alto Consejero dice que hay un porcentaje muy alto de los 53.479 certificados aún sin empleo, habiendo concluido ya su proceso de adaptación a la sociedad, que incluye programas de reeducación, de empresarismo y de ayuda sicológica. En muchos aspectos son mejor materia prima para ocupar cargos que los aspirantes comunes y corrientes.
La mayoría de los desmovilizados son personas que viven con dudas y temores enormes, principalmente que los maten sus ex compañeros en retaliación por desmovilizarse, o que los descubran en sus entornos y los rechacen por la estigmatización que los precede a todas partes.
Compartimos muchos de los puntos de vista del Alto Consejero, que ampliaremos en un artículo en la edición de mañana, especialmente que el riesgo mayor de los desmovilizados no es que delincan contra sus empleadores si son contratados, sino que la sociedad los rechace y arrincone tanto, que no les deje opción distinta a volver a tomar caminos equivocados.
NOTICIAS RECOMENDADAS
Comentarios ()