Editorial


El Dique represado

Nunca como ahora habían sido tan urgentes las obras del Canal del Dique para evitar la sedimentación de la bahía de Cartagena y del Parque Nacional Natural Corales del Rosario, ahora con un nuevo vecino: el Parque Corales de Profundidad.
Y nunca habíamos estado tan cerca de que se acometieran los trabajos, pero tampoco se había sentido tanta incertidumbre con el manejo de la licitación para proponer las obras.
El “Proyecto de términos y condiciones contractuales” fue publicado el 15 de agosto de 2012; el plazo para presentar observaciones fue el 6 de septiembre de 2012; la apertura del proceso de selección y publicación de los términos y condiciones contractuales fue el 12 de octubre de 2012 y ese mismo día se inició el plazo para presentar las propuestas.
El 24 de octubre de 2012 era la fecha límite para recibir preguntas y solicitudes de aclaración de los términos y condiciones; el 6 de noviembre de 2012 se cerró la convocatoria abierta; la verificación y evaluación de la propuesta tenía fecha de noviembre 7 de 2012; el 19 de noviembre de 2012 era la fecha para la publicación y traslado del informe de verificación y evaluación; el 27 de noviembre de 2012 era el límite para la respuesta de las observaciones al informe de verificación y evaluación; y el 30 noviembre sería la adjudicación.
Pero lejos de adjudicarse, hubo 13 adendas: el 2, 6 y 27 de noviembre de 2012; el 4 y el 27 de diciembre de 2012; el 24 de enero de 2013; el 20 de febrero de 2013; el 4 y el 22 de marzo de 2013; y el 2, 8, 11 y 16 de abril de 2013, y también hubo dos modificaciones: la primera corrió la adjudicación para el 16 de mayo de 2013 y la segunda para el 20 de mayo de 2013, es decir, hace 5 días.
¡El atraso el 20 de mayo, última fecha designada para adjudicar, era de 6 meses y 8 días!
De allá a hoy no hemos sabido nada, salvo que una de las firmas ya había quedado eliminada hace unos meses porque no adjuntó alguno de los documentos, por lo que automáticamente ganaría la otra compañía.
Pero según comentarios recientes, esta supuestamente también tendría alguna dificultad en la tramitomanía y la trataba de resolver, no sabemos si dentro de otra adenda, modificación o figura legal aún no dada a conocer.
No sabemos nada de contratación pública, pero cualquier ciudadano supondría que ninguna de las dos firmas, ambas de una trayectoria internacional sobresaliente, podría fallar porque se le olvidó adjuntar una estampilla, un certificado o por cualquier otro error de forma.
Vale la pena que el público sea informado minuciosamente qué ha pasado con estos dos proponentes. Cartagena, mosqueada por el trago amargo del Emisario Submarino, finalmente resuelto con éxito por Acuacar, no merece pasar por otro trance similar. La ciudad y el país esperan una explicación. 

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