Editorial


El reto del Centro Histórico

EL UNIVERSAL

16 de agosto de 2017 12:00 AM

El alcalde (e) de Cartagena, Sergio Londoño Z., acaba de cristalizar uno de los proyectos estratégicos  de la administración de Manolo Duque al nombrar una gerente para el Centro Histórico, que además de ser una joya histórica y Patrimonio de la Humanidad, es la caja registradora del turismo de esta ciudad.

Los retos para la nueva gerente son enormes porque tiene múltiples frentes de trabajo, todos importantísimos. En el Centro hay una comunidad que lo habita y que tiene mucho qué decir acerca de cómo mejorarlo, pues le tiene tomado el pulso a la vida diaria allí con todos sus detalles, lo que le da una perspectiva integral que se debe tener en cuenta.

El Centro es un imán para la mayoría de las personas, incluyendo quienes se dedican a las ventas informales, la mayoría de las cuales no han podido superar el acoso a propios y extraños como estrategia de venta, causándole a todos  una experiencia negativa. Hay vendedores estacionarios, que se apropian hasta de las aceras, y los hay ambulantes. En este frente la administración Duque dio unos pasos importantes al hacer operativos constantes para despejar las áreas y para determinar quiénes de los vendedores tienen confianza legítima y quiénes no. Y también hay invasores de cuello blanco que abusan del espacio público con las mesas y sillas de sus negocios en plazas y aceras, que también deben ser metidos en cintura.

Luego está el ruido desbordado de algunos establecimientos nocturnos de segundo piso especialmente, además de diversos eventos estruendosos en muchos inmuebles, que por algún motivo no respetan las reglas de convivencia ni el nuevo Código de Policía, y creen que tocar su música a alto volumen es privilegio suyo en vez de lo que es, una violación de los derechos de los ciudadanos. También hay ahora ‘raperos’ y champeteros callejeros, que acosan a los transeuntes con pequeños equipos de sonido y su actuación en vivo, a quienes les dan algún dinero para quitárselos de encima y no por apreciar su acoso de altos decibeles.

Además de todo lo anterior, la gerente del Centro Histórico tendrá que ponerle orden al descontrol que hay con andenes, alcantarillas, registros, canecas de basuras y sobre todo, las fachadas, ya que la originalidad no cabe en una ciudad que debe conservar su uniformidad colonial para estar dentro de los parámetros de un Patrimonio de la Humanidad.

Deseamos que le vaya bien a la nueva funcionaria, con lo que le debería ir bien a la ciudad.

 


 

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