Editorial


Fotomultas, no ‘fototrampas’

El lunes pasado el Gobierno anunció que el Ministerio de Transporte cambiará la manera de operar las fotomultas (o telemultas), cumpliendo así con la ley 1843 de 2017 al reglamentar estas operaciones con ‘nuevos criterios técnicos’, como admitiendo que los que primaron desde el principio no lo eran.

Dijo el viceministro de Transporte, Alejandro Maya, que “Este proyecto es muy importante porque pone en cintura las fotomultas para que se conviertan en lo que verdaderamente deben ser, una herramienta para contribuir con la seguridad vial y no en una caja registradora en favor de unos privados”.

Estamos de acuerdo con el viceministro y celebramos que la entidad reconozca que las fotomultas no han sido nada distinto a un jugoso y odioso negocio privado, en el peor espíritu de abusar de lo público para favorecer ‘la caja registradora’ de unas personas con poder para obtener el privilegio de explotar una herramienta que debería serle útil al procomún y no a unos cuantos avispados.

La nueva normatividad le pondrá ‘techo’ al recaudo privado; será el Mintransporte quien dé los permisos para instalar las fotomultas, y no los gobiernos locales, y solo después de que sean presentados estudios técnicos veraces; la primera señalización debe comenzar a aparecer a 500 metros para preparar a los conductores, y no emboscarlos como ahora; y los aparatos de fotomultas deben estar bien calibrados. Concluye el informe diciendo que “este trabajo es un esfuerzo conjunto de la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI; el Instituto Nacional de Vías, Invías, y las diferentes secretarías de tránsito del país” y que las fotomultas deben ser “una herramienta que permita disminuir los muertos por accidentes de tránsito (...)”.

Esperamos que la centralizada de las fotomultas no quiera decir que ahora pertenecerán a avivatos de allá, más grandes y poderosos que los de las regiones, sino que en verdad se convertirán en una manera viable de disciplinar el tránsito y proteger la vida de los conductores, peatones y ciclistas, en vez de ser unos centros de emboscadas cuidadosamente urdidas para atracar a quienes conducen vehículos. Todos conocemos localmente las ‘fototrampas’ de Arjona y Turbaco, hechas para atrapar incautos y sacarles la plata del bolsillo.

Apoyamos las fotomultas honradas y técnicas porque son una manera veraz de controlar la velocidad en los sitios neurálgicos, donde sería imposible tener control humano igual de efectivo, y reiteramos nuestra expectativa de que esta vez sí atiendan el bien común.

 


 

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