Editorial


Intolerancia que mata

Desde inicios del segundo semestre de 2016, Cartagena entró en una tendencia hacia el buen comportamiento. Las cifras de las autoridades y los reportes diarios de prensa, indican que al menos en homicidios, éstos disminuyeron mes por mes al compararse con las mismas épocas del año anterior.
El ejemplo fue noviembre, cuando los asesinatos fueron la mitad en comparación con 2015. Datos similares se conocieron del balance tanto en la Noche de Velitas, como la de Navidad y Fin de Año.

Las autoridades atribuyeron los buenos resultados a las labores conjuntas de la Policía Metropolitana y de las demás entidades que, con controles y campañas, promovieron la convivencia y esto se vio reflejado en las cifras.

Pero hay un factor en el que la frase que reza: “No puede haber un policía por habitante o uno parado en cada esquina”, sale a flote: la intolerancia.
2016 se caracterizó por una reducción considerable de asesinatos, pero fue también el año en el que la intolerancia se consolidó como la principal causa de los homicidios. En octubre hubo un ejemplo concreto, cuando el número de personas asesinadas con arma blanca superó al de homicidios con arma de fuego. Esto indica que la mayoría de casos sucedieron en riñas o enfrentamientos que pudieron evitarse con más paciencia que la que tuvieron las víctimas o victimarios.

En el citado mes hubo un crimen en una pelea iniciada por la insólita razón, de que la víctima pidió una canción de champeta donde estaba con sus amigos y conocidos.

Estas situaciones no se evitan con la autoridad, ni mucho menos con campañas que, aunque bien intencionadas, no llegan del mismo modo a todos. La mayoría de las personas no son alcanzadas por las campañas o controles, hechos en gran parte, de día.

Y quienes son invitados por las autoridades a portarse bien, reciben la recomendación sin haber tomado alcohol o sustancias alucinógenas, que en gran medida son catalizadores de la violencia ciudadana. En la noche (que es cuando suceden la mayoría de homicidios) y el cuerpo recibe estas sustancias, el mensaje anti violencia puede volverse difuso u olvidarse.

De todos modos, el camino transitado por los organismos de seguridad y control parece el indicado. La Policía, que también sufre la intolerancia de la gente, que ha llegado incluso a rociarle gasolina a los patrulleros para prenderles fuego, aumentó las capturas por distintos delitos.

El balón está en el campo de los ciudadanos, quienes debemos hacer una introspección para saber que “mis derechos terminan donde comienzan los de mi vecino”, un catalizador del buen comportamiento.

Volúmenes de equipos de sonido moderados, consumir licor sin perder los estribos, manejar en buen estado y a buena velocidad y, sobre todo, respetar la autoridad y a nuestros semejantes, parece ser la tarea, sencilla pero difícil, para pensar en que si con el control de las autoridades se redujeron las muertes, ¿qué pasaría si cada uno se controlara a sí mismo? Con tolerancia, sin duda, haremos de 2017 un año mejor.

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