Editorial


La lucha de Vinicius

“Aunque no se quiera reconocer, mucho tiene que ver con una pretendida superioridad relativa al color de la piel con la que se nace, o el lugar en el que se crece”.

EL UNIVERSAL

24 de mayo de 2023 12:00 AM

Vinicius Jr., en buena hora, decidió asumir una lucha que no es solo de él. Sabe muy bien que tiene la audiencia y el prestigio para remover la sociedad, mucho más que una centena de marchas en Valencia, Madrid o en su natal São Gonçalo.

El desprecio y acoso padecidos en el estadio del Valencia, que pone a España a figurar como un país racista, aunque no sea una conducta generalizada, muestra un comportamiento que se repite más allá del país ibérico.

La discriminación racial no es solo una acción que se ejerce o padece en Europa, y no siempre es explícita o consciente. Eso lo sabe Vinicius Jr, y por eso se ha tomado la carga de no quedarse callado cuando la sufre; por el contrario, reacciona airado no solo para buscar que se sancione en concreto a los autores; más que todo, y se nota, lo hace para elevar la discusión a todos los niveles precisamente por la exposición rotunda que tiene el fútbol español a nivel mundial.

Se ha querido, incluso, limitar la discusión a la discriminación racial en los estadios; pero no basta para comprender hasta dónde debe llegar la discusión en torno a un tema de primerísimo orden, que va más allá de las actividades deportivas.

Algunos comentaristas españoles no reconocen la existencia del racismo en su suelo, y solo conciben explicarlo como un celo hacia el inmigrante que compite por los puestos en las empresas e instituciones. Aunque no se quiera reconocer, mucho tiene que ver con una pretendida superioridad relativa al color de la piel con la que se nace, o el lugar en el que se crece. Puro complejo de superioridad por una causa que no depende de la persona que lo siente, ni de quien lo padece. En suma, un prejuicio que daña a uno y a otro, que en nada edifica y que destruye la catadura humana.

Si fuera un asunto aislado y sin alcance universal de seguro el presidente Lula, de Brasil, no hubiese abierto su intervención en la rueda de prensa, nada más y nada menos que en la reciente reunión del G-7 con palabras de solidaridad para con su compatriota, lo que llevó a que el presidente español y otras importantes figuras de la política y el deporte se sumaran.

Se sabe que la Fiscalía de Valencia inició la investigación contra los autores del delito de odio y que hubo capturas para fines de indagatoria; también que el Valencia Club de Fútbol expulsará del estadio Mestalla, “de por vida”, a los copartícipes de los insultos racistas.

Pero tiene sentido que esas investigaciones se extiendan, por negligencia culpable, a los directivos de ese deporte, como en el caso del presidente de la Liga Nacional de Fútbol Profesional, cuya reprensión no fue contra los que cometieron el delito de odio, sino contra el jugador, como corresponsable de los hechos, contrario a la actitud de otros dirigentes, como Carlo Ancelotti, quien no dudó en reconocer que “La Liga tiene un problema”.

Conviene, entonces, que revisemos acá cómo está el tema.

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