La de ayer fue otra marcha del Gobierno, esta vez copiosa en Bogotá y menos concurridas, igual que en ocasiones anteriores, en ciudades como Cali, Medellín o Cartagena.
Aunque no es una novedad, y seguramente el Gobierno convocará a muchas más en el resto de su mandato, pues lo suyo es la movilización y la agitación social, esta tuvo la particularidad de convertirse en una movida dentro de la estrategia de proselitismo de cara a las elecciones de mitaca.
Desde distintos sectores llovieron críticas por el eventual uso político que en esta ocasión efectuaría el Ejecutivo, destinando recursos del erario para organizar y ejecutar las marchas, ejercicio que supuso la movilización de cientos de personas hacia Bogotá desde distintos puntos de la geografía nacional, y el sostenimiento, alimentación, estancia y retorno a sus lugares de origen. Pero esto no debería sorprender.
En efecto, en el alto Gobierno tienen bien claro para qué es el poder, cuyos partidos y movimientos que lo regentan ansiaron por años de lucha desde las guerrillas algunos y desde la militancia democrática los más, y que por fin coronaron con la elección de Petro - Márquez; pero más claro aún tienen que el objetivo de la política no es solo lograr el poder, sino en preservarlo, segundo aspecto en el que se van a oficiar con todos los instrumentos con los que cuentan, incluida la movilización social y el presupuesto oficial.
Bajo ese convencimiento, desde las primeras líneas del Ejecutivo se la van a jugar por que esa preservación del poder sea sostenible y factible, incluso si se pierden las principales capitales y departamentos del país en las elecciones de octubre. En Palacio saben muy bien que no importa, para las fuerzas que arriban por primera vez al poder central, que algo más de medio país no les apoye y que no les votará en mitaca. En el alto Gobierno y en los partidos nucleares que lo acompañan, lo importante es preservar el afecto de sus bases, esto es, de algo más del 30% del país votante que se identifica con sus postulados, háganlo bien, háganlo mal. Y es para esa población, que todo se los perdonará, pase lo que pase, para quienes gobiernan, y respecto de los que sienten que no es absolutamente necesario un colombiano más.
El respaldo a la gestión del presidente y las reformas sociales que está impulsando en el Congreso quedó patente entre quienes marcharon ayer. Ese grupo es consistente y es al que el Gobierno le interesa para sostener y perpetuar su mandato, por manera que el clima de inquietud que se vive entre el resto de la población persistirá, salvo que las fuerzas de centro y centro izquierda, los líderes gremiales y otras colectividades tradicionales cedan en varias de sus posiciones, por un lado, y el Gobierno se tome en serio la promesa de realizar un gran acuerdo nacional, que no se ve, por ahora, en ninguna parte. Vale la pena analizar mañana el discurso del presidente.
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