Editorial


La Popa, ¿martirizada sin remedio?

EDITORIAL

15 de marzo de 2018 12:00 AM

Acerca del deterioro del cerro de La Popa han corrido torrentes de tinta y caído cataratas de verbosidad en varias décadas, durante las cuales este icono de la ciudad, que debería estar impecable, ha sido violentado de manera sistemática. Ha ido perdiendo así su verdadero valor como bosque bien preservado y productor de oxígeno para una ciudad que cada día tiene más fuentes de contaminación.

Debería ser un deleite para la vista desde donde se mirase, en vez de un espectáculo angustiante con caminos informales arañados en su bosque seco tropical, talas, tugurios, quemas y destrucción de taludes, creando ríos de fango en las calles de los barrios de abajo, receptores de sus faldas erosionadas.

El alcalde encargado anunció que el nuevo contrato de vigilancia del Distrito hará lo mismo que el anterior aunque costará más o menos la mitad, una gran noticia que debería tener a la ciudadanía contenta, pero también pendiente de cómo se empleará lo ahorrado, como por ejemplo, en salvar La Popa, y también debería tener a todos los entes de control indagando por los beneficiarios de los ‘veintitantos’ mil millones aparentemente inflados y por los demás contratos similares que podría haber. 

El más reciente episodio del asedio a La Popa es que hay personas talando el cerro, quemando lo talado y vendiendo lotes para invadir, o lo que podría ser igual, están cobrando por los jornales empleados en talar y quemar el bosque, reteniendo alguna pequeña utilidad.

El Distrito, sin embargo, no tiene una protección adecuada del cerro ni el personal que se ocupe de él de forma permanente para de verdad preservarlo, como tampoco tiene una organización estable para proteger los manglares, caños y lagunas de los ‘rellenadores’ que los invaden y se adueñan de ellos.

Lo que ha habido en el Distrito tradicionalmente es una tiradera de la pelota entre diversas oficinas, igual de inútiles para las que deberían ser sus distintas misiones. Para que las distintas dependencias del Distrito puedan hacer bien su trabajo, incluyendo salvaguardar La Popa, se deberían reestructurar, un concepto que el alcalde encargado parece tener claro y podría dejarle a la ciudad antes de irse, al menos en el papel como hoja de ruta.

Lo cierto es que ni el cerro se salvará ni ninguna entidad podrá cumplir su misión sin que haya cambios estructurales e integrales para que la Alcaldía pueda cumplir bien con su deber de administrar la ciudad, en vez de solo fingir que lo hace, como viene ocurriendo hace muchos años.

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS