La tragedia en Mocoa, Putumayo, causada por una inundación enorme al crecerse tres ríos (Mulato, Sangoyano y Mocoa) y un sinnúmero de quebradas simultáneamente y que ya cobró más de 200 vidas, cuyas imágenes trajeron recuerdos de lo ocurrido en Lima, Perú, al crecerse el río Rimac, debería servirle al país de espejo en el que mirarse en esta época de cambio climático cada vez más impredecible.
El presidente Santos dijo ayer desde Mocoa que era hora de activar las políticas de prevención de desastres para evitar tragedias como la de esa capital colombiana dado que la temporada de lluvias había comenzado ya en buena parte del país, siendo su fecha oficial el 1 de abril. Dijo que “las políticas de acción preventiva siempre son más efectivas y más baratas” y advirtió que las lluvias de esta temporada “vienen más intensas, estemos preparados y tomemos todas las precauciones”.
Estas advertencias deberían ser tomadas en serio en todo el país, y muy especialmente en Cartagena, donde ya hemos visto varias veces lo que puede pasar cuando se juntan unas lluvias fuertes y continuas con una marea alta que les impide desaguar en la bahía y en el mar.
Tenemos los canales de desagües pluviales llenos de basuras, como todos los años, muy a pesar de todas las campañas de aseo y las promesas de que ahora sí se limpiarán. Es fácil tener la sensación, después de oír los mismos cuentos todos los años y tener los mismos malos resultados cada vez, que el discurso alrededor de los caños no tiene nada que ver con su realidad. El objetivo no parece ser que los caños estén limpios, sino firmar contratos para limpiarlos. Son lo que hemos llamado aquí varias veces una ‘vaquita de leche’ de los contratistas y de sus amigos en las administraciones, para quienes mantenerlos limpios no parece ser nada importante.
Es cierto que tenemos una gran falta de educación y de civismo en la ciudad que hace que la gente los use como basureros desde sus orígenes aguas arriba, de manera que cuando se acercan a la ciénaga de la Virgen tienen una cantidad enorme de basuras, y francamente dan grima, además de miedo. Si la gente no arrojara basuras allí no habría necesidad de tener que contratar su limpieza con tanta frecuencia y con tanta inutilidad.
Ahora la ciudad está esperanzada con la implementación del Plan Maestro de Drenajes Pluviales, ahora llamado Alcantarillado Pluvial, y ojalá que haberle acortado el nombre quiera decir que será más eficiente.
Lo importante es salir ya del círculo vicioso anual de limpiar caños para que de todos modos se inunden los barrios cuando vienen los ‘aguaceros perfectos’, de mucha agua represada por mareas altas, y que desde ya estemos preparados para cualquier eventualidad que pueda traer la temporada de lluvias para que no se repita aquí una tragedia que se debería prevenir.
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