Editorial


Las barreras humanas

“Si los continentes reportan que el manejo de la migración humana es el más sensible de todos a nivel global, es necesario escalar el tema (...)”.

EL UNIVERSAL

27 de junio de 2019 12:00 AM

Profunda consternación causaron las dolorosas imágenes de un padre y su hija yaciendo en la orilla del río Bravo que circularon ayer, y retratan la pavorosa desesperación que padecen millones de personas que, como el salvadoreño Óscar Alberto Martínez Ramírez y su hija Valeria, de 23 meses, lo arriesgan todo para cruzar las fronteras que los estados imponen.

La porosa división territorial que separa a Estados Unidos de Suramérica es el perfecto ejemplo de cómo una creación del derecho internacional puede convertirse en la más peligrosa de las metas de millares de padres de familia que son expulsados de naciones gobernadas por la mediocridad y la iniquidad.

Por eso, la migración humana es hoy tal vez el síntoma de un malestar que nos iguala como ningún otro mal a todos los seres de nuestra especie. No hay problema mayor para la salud pública mundial si sabemos que más de mil millones de personas en todo el orbe se desplazan por múltiples causas.

Cuando se razona sobre lo que esto supone para el malestar de nuestra especie, no es ilógico pensar que los argumentos dirigidos a hacer primar el principio de soberanía de las naciones merecen una segunda valoración en aquellos casos donde dictadorzuelos de baja estofa o presidentes inanes o gobernantes corruptos disponen de los recursos públicos y naturales de sus naciones, contra el interés general de sus habitantes.

¿Tiene el mundo que permanecer pasivo ante el oprobio de millones de personas que deben salir de sus hogares porque sus gobiernos son incapaces de brindar unos mínimos que hagan posible la subsistencia de las familias que nacen o crecen dentro de sus fronteras? ¿Es obligatorio permanecer impasibles frente al daño que los gobernantes hacen a sus pueblos cuando ello supone la expulsión de sus ciudadanos a tierras distantes de sus núcleos, so pretexto del respeto a su soberanía?

O también su contrapartida: ¿Es justo que los países se cierren a la recepción de migrantes desesperados que solo pretenden brindar una mejor vida a quienes aman? ¿Hasta dónde es admisible que una nación detenga la migración que recibe?

La migración normalmente es consecuencia de las restricciones a los derechos humanos de los habitantes de una nación empobrecida por gobiernos mezquinos, criminales y agobiantes. Y es causa de la multiplicación de los riesgos a la salud colectiva en los territorios en donde son acogidos.

Si los continentes reportan que el manejo de la migración humana es el más sensible de todos a nivel global, es necesario escalar el tema a todas las instancias nacionales e internacionales.

Es tiempo de considerar que la generación de una política pública que contemple todas las aristas de esta compleja realidad pasa no solo por comprender que es un asunto de responsabilidad compartida de los todos los países, la cual debe tener como base a los derechos humanos y la integridad de cada migrante individualmente considerado mediante la información especializada, la acogida y el apoyo a su promoción social y laboral, sino también pasa por considerar que no se alcanza solo mediante la defensa militar de las fronteras de cada estado.

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