Editorial


Las disidencias y otras bacrim crecidas

Las más que conocidas actividades de las disidencias de las Farc, especialmente la liderada por alias Guacho, tienen en ascuas al país. Este último grupo secuestró y asesinó a tres periodistas ecuatorianos la semana pasada, y esta semana secuestró a una pareja con la misma nacionalidad.

De igual manera, grupos antes disminuidos, como el EPL y el ELN, se hacen cada día más fuertes, ocupando muchos de los espacios dejados por la parte de las Farc que sí se desmovilizó. Las demás bacrim, también con pretensiones de presentarse con rótulos políticos, hacen igualmente de las suyas en los distintos negocios ilícitos, desde la minería ilegal, hasta el narcotráfico a gran escala y el microtráfico en las ciudades, responsable de gran parte de la violencia urbana del país.

No hay que desestimar la desmovilización de muchos efectivos de las Farc, pero tampoco se pueden subestimar las demás fuerzas ilegales que crecen y copan espacios, hasta el punto de tener dominio territorial en muchas partes de Colombia..
No vemos que el Gobierno tenga una estrategia coherente ni contundente, quizá porque mientras negociaba la paz con las Farc descuidó estas fuerzas, que se fueron haciendo más fuertes y que sin duda absorbieron algunos efectivos farianos y heredaron armas y caletas. Peor aún, el Gobierno ingenuamente hablaba de reducir las fuerzas armadas con la idea de que la paz con las Farc lo permitiría, mientras crecían las demás fuerzas delincuenciales de manera silenciosa pero en proporciones geométricas.

El arresto de alias Santrich con fines de extradición por narcotráfico, y el que el sobrino de Iván Márquez, MarlonMarín, involucrado en esta actividad y en otras también ilegales, decidiera cooperar con la Justicia estadounidense, hace prever una crisis cada vez mayor con respecto al Acuerdo de paz con las Farc, cuyo partido, despreciado por los colombianos en todas las encuestas, no parece tener ningún porvenir electoral, aunque fue el motivo por el cual sus líderes se desmovilizaron y conservaron sus antiguas siglas para su organización política, pensando que tendrían gran apoyo popular para tomarse el poder mediante las urnas.

Más allá de reaccionar para apagar los incendios creados por los distintos grupos ilegales, el Gobierno debería estar definiendo una estrategia a largo plazo para contener todas estas formas de violencia e ilegalidad, o muy pronto crecerán aún más, regresando al país a épocas que creíamos superadas.

 

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