Editorial


Lecciones del golpe en Chile

“Ahora Chile mira al futuro con nuevos retos, singularmente luchar contra la desbordada violencia, encabezada por el narcotráfico y bandas criminales que se riegan por AL sin ningún pudor...”.

EL UNIVERSAL

12 de septiembre de 2023 12:00 AM

Son muchas las lecciones que puede extraer Latinoamérica del golpe de Estado que padeció Chile el martes 11 de septiembre de 1973, cuyo aniversario número 50 se cumplió ayer. Nos arriesgamos a señalar algunas, sin ningún orden de importancia, sino por facilidad de exposición.

Una podría ser que no es posible compaginar la democracia moderna con la dictadura del proletariado, raíz de la ideología marxista, ni aún en los esquemas que, como el intento de formar un Estado socialista a través de elecciones democráticas, procuró Allende.

En efecto, el 3 de noviembre de 1970 un pacto de partidos que coaligaba a la centroizquierda, socialistas y comunistas, logró su elección en el Congreso por cuanto ninguno de sus competidores obtuvo la mayoría absoluta. Pero la suma de la intromisión ilegítima del gobierno de EE. UU. para evitar esa elección y, después, para lograr su derrocamiento, más el rompimiento de la promesa de Allende, de respetar algunos derechos de raigambre liberal reconocidos en la Constitución, provocaron que perdiera el apoyo de la clase media ante las señales de un eventual autogolpe para controlar el Estado por parte de la coalición de la izquierda gobernante y, finalmente, el temor al cambio de modelo económico capitalista (dependiente de los inversionistas extranjeros), por un nuevo modelo socialista, centralista y autónomo, que protegiera los intereses nacionales, controlando la propiedad privada de los medios de producción, empleando incluso la vía de la nacionalización de empresas y sectores económicos.

Por supuesto, pasó lo inevitable: el Estado fue incapaz de gestionar lo que se proponía, pues los planes quedaban en el papel ante la inexperiencia e impericia de los funcionarios, lo que hizo inevitable una inflación galopante y un profundo déficit fiscal que se financiaba con la impresión de dinero.

Llegaron las colas para adquirir productos básicos y otros incordios, aprovechados por el general Pinochet para protagonizar su golpe sangriento e inhumano, sustentado en el asesinato, desaparición, mutilación y tortura de miles de ciudadanos, la mayoría inermes, incluidas mujeres, ancianos y menores de edad, dictadura infame que se extendió por 17 años.

Chile quedó herida en su alma, que estos 50 años no ha podido sanar, y la mantienen bajo un estado de crispación y división que sus hijos han sabido sortear, protegiendo una vibrante democracia.

Ahora Chile mira al futuro con nuevos retos, singularmente luchar contra la desbordada violencia, encabezada por el narcotráfico y bandas criminales que se riegan por AL sin ningún pudor; y procurar fortalecer el Estado de bienestar que los chilenos vienen pidiendo, pero a partir de sistemas de salud, de pensiones y de educación que garanticen la igualdad de oportunidades para todos, y devuelvan al país la senda del desarrollo que les ha caracterizado.

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