Editorial


Los crecientes problemas de Trump

EL UNIVERSAL

20 de mayo de 2017 12:00 AM

Cada día parece traer un nuevo escándalo para la presidencia de Donald Trump: despidió a James B. Comey, el jefe del FBI, porque en vez de darle la lealtad exigida a Trump, prometió ser leal a la ley y seguir investigando la posible colusión entre la campaña de Trump y los rusos; el presidente le pidió a Comey que dejara quieta la investigación contra su amigo y anterior consejero de seguridad nacional, Michael T. Flynn, a quien el FBI investigaba aun antes de la elección por nexos con Rusia, y ahora porque se supo que recibió dinero de Turquía, como lobista, y entorpeció una operación militar inconveniente para ese país; y Trump le reveló información clasificada al canciller de Rusia, Sergei Lavrov, y al embajador de ese país en Washington, Sergey Kislyak, en el salón Oval de la Casa Blanca, comprometiendo a Israel; y apenas ayer se supo por el New York Times que en la misma reunión le dijo a los rusos que había botado a Comey para quitarse de encima la presión de la investigación, configurándose una posible obstrucción de la justicia.

Han sido tantos sus desaciertos e imprudencias, que cobra más fuerza la posibilidad de un ‘impeachment’, o remoción del cargo, como le ocurrió a Richard Nixon en 1972, quien renunció a la presidencia para no ser destituido.

Uno de los riesgos legales más serios para Trump es el nombramiento del exdirector del FBI, Robert S. Mueller III, ampliamente respetado en ambos partidos, como consejero especial para dirigir la investigación de los contactos antes mencionados entre la campaña de Trump y funcionarios rusos, en palabras del New York Times “elevando los riesgos legales y políticos en un asunto que amenaza sumergir” al gobierno de Trump. El presidente reaccionó antier ante este nombramiento diciendo ser el “el blanco de una cacería de brujas sin precedentes” en la historia americana, la que conoce tan mal que ya ha citado algunos de sus hechos erróneamente.

Tampoco parece distinguir la frontera entre sus intereses personales y el poder inmenso de su cargo, el que parece usar para provecho suyo y de su clan familiar.

A pesar de todos los problemas crecientes de Trump, cuyo temperamento pugnaz lo mete en cada vez más problemas, conserva casi intacta la cantidad de gente que lo apoya, ante quienes se muestra como una víctima de la prensa y de las ‘falsas noticias’.

Dada su manera de ser es poco probable que asimile las enseñanzas obvias de los problemas que se ha creado, para evitarlos en adelante, por lo que su presidencia promete ser cada día más tormentosa para su país y peligrosa para el mundo.

 

 

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