Editorial


Negocio, o cuestión de gustos

“La administración distrital tiene que explicar por qué, justo en este momento, se escogen las playas de Bocagrande para realizar un concierto cuando, objetivamente, ahora no...”.

EL UNIVERSAL

15 de marzo de 2023 12:00 AM

Es inaudito que la celebración de un concierto de champeta se haya tornado en una supuesta lucha de clases. La música champeta no necesita que ni la secretaria del Interior, ni concejales, ni gremios, ni nadie la defienda.

La champeta nació estigmatizada como prácticamente nacen todos los géneros musicales suburbanos que cuentan las realidades de las barriadas populares, signadas por la inseguridad, el hambre, la frustración, la educación pública mediocre, el abandono del Estado y el desprecio de los cultores de otros estilos melódicos, nacionales o extranjeros.

Pero con el paso de los años, como siempre ocurre con la música vernácula, se abrió –a empellones a veces–, pero siempre por sus propios méritos melódicos y de denuncia, hasta alcanzar el gusto de todos los sectores sociales, singularmente en Cartagena.

La música champeta hace decenios obtuvo la mayoría de edad; incluso, páginas hermosas internacionales se han escrito –y disfrutado– con ella. Baste recordar la presentación de Shakira en el Super Bowl, cuyo momento más rutilante, al menos para los espectadores colombianos, fue aquel en que introdujo las notas y ritmos de este género que dejó de ser local.

Por eso, molesta las rasgadas de vestiduras que se quieren montar sobre la, por supuesto, ya innecesaria defensa que algunos oportunistas quieren hacer de un género que no los necesita como defensores, pues desde hace años tiene vida propia.

Lo que se planea para el domingo entonces no es una promoción y defensa de la música champeta contra sus detractores (¿dónde están?, ¿quiénes son?). Lo que habrá el domingo es un negocio, puro y duro.

La discusión, para limpiarla de la farsa, no es si un grupo de incultos se oponen a una música que bailamos los cartageneros años ha; el asunto es si el lugar escogido para un concierto en el que se espera la asistencia de más de mil personas es el adecuado o no. Es un asunto objetivo. Agregarle elementos subjetivos es una estrategia para viabilizarlo, contra toda evidencia de su inconveniencia.

La administración distrital tiene que explicar por qué, justo en este momento, se escogen las playas de Bocagrande para realizar un concierto, cuando, objetivamente, ahora no resulta el espacio público adecuado para hacerlo.

El acceso a la avenida del Malecón está bloqueada por cuenta de dos obras públicas: una, el macroproyecto de Protección Costera; y otra, los trabajos de la Subestación La Marina. La afectación a la movilidad en Bocala es un hecho notorio; ¿los organizadores del concierto lo desconocen? Es posible que sí; pero no la autoridad distrital..., o no debería desconocerlo.

La Secretaría del Interior miró con malos ojos (¿discriminó?) los conciertos de música electrónica en la Zona Norte; ¿por qué no le parece lo mismo ahora, a pesar de las circunstancias?

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