El Partido Conservador debe estar complacido: Pedrito Pereira ha recibido tantos respaldos como no se recuerda en relación con ningún otro alcalde encargado.
El apoyo recibido para que el presidente Duque lo designara nuevamente, una vez ejecutoriada la sentencia de segunda instancia mediante la cual el Consejo de Estado declaró la nulidad del acto de elección de Antonio Quinto Guerra Varela, ha sido abrumador. Los más representativos gremios, sindicatos, líderes cívicos y populares, profesionales, artistas e, incluso, periodistas locales, cerraron filas para que el Gobierno lo ratificara.
Para los sectores mayoritarios no resultaba admisible que la ciudad cayera de nuevo en la improvisación de otro alcalde encargado, multiplicando así la penosa cadena de personas que han desempeñado el primer cargo distrital, producto de las vacancias a las que no nos terminamos de acostumbrar. Lo lógico era, como sigue siéndolo, que se procurara la mayor estabilidad posible, en medio de tantas frustraciones, y se garantizara un margen de certidumbre institucional, al menos hasta culminar el presente periodo anual en el que concluyen los mandatos de los alcaldes elegidos por voto popular.
Durante varios días se especuló sobre la posibilidad de que el presidente designaría a otra persona para quitar al alcalde encargado del camino. Las dudas fueron finalmente despejadas con la expedición del Decreto 1102 de 2019, por el cual el Gobierno nacional designó nuevamente a Pedrito Pereira Caballero.
Pero resulta que la posibilidad de que en pocas semanas Pereira tenga que entregar el cargo a un nuevo alcalde encargado es absolutamente factible si tenemos en cuenta que, tras su reciente designación, el Partido Conservador podría presentar una nueva terna al presidente de la República, en la que Pedrito pudiera no estar incluido.
Aun cuando para cualquier observador no tiene sentido que los conservadores en tan solo algunos meses conformen dos veces ternas para el mismo cargo, pues el cumplimiento de este trámite trae consigo un nuevo elemento de incertidumbre que daña los propósitos de estabilidad en la administración distrital que los cartageneros están reclamando, todo es factible en el mundillo tóxico de la política municipal.
Es que pudiera pasar que los conservadores quieran un nuevo nombre sentado en el despacho del Palacio de la Aduana ahora que estamos de cara al próximo debate electoral. Aunque esto sería una extrema expresión utilitaria para un parroquiano común, en la política, donde priman los intereses creados, supondría apenas un movimiento en el confuso tablero de la politiquería local.
Si, por el contrario, lo que quieren los conservadores es escuchar a la ciudad y, por ende, que se mantenga al actual alcalde en su encargo, provocar la tramitación de otra terna prolongaría una necesaria incertidumbre, todo lo cual se puede evitar si simplemente el partido no envía la terna, en cuyo caso el presidente Duque podrá designar como alcalde de Cartagena a Pereira hasta que culmine 2019. Si esto es así, ¿para que más expectación?
Comentarios ()