Editorial


Playetas despega

El drama que representa Playetas en varios sentidos, entre ellos el desastre ambiental que se evitará, comienza a llegar a su fin porque la Alcaldía de Cartagena y la Gobernación encontraron la manera correcta de transferir los 15 mil millones de pesos de la segunda a la primera, para acometer una primera fase del pedraplén que conjurará la emergencia, y permitirá más holgura a fin de proseguir los demás trabajos, incluyendo terminar el pedraplén en las dimensiones completas cuando se logren financiar estas obras finales. El 12 de marzo próximo se debe firmar un acto administrativo entre las dos entidades, para formalizar esta cooperación.
De todos los desastres que podrían ocurrir en cualquier momento no se sabe cuál es peor, si el ambiental o el humano.

El ambiental tiene unas implicaciones terribles, ya que en cualquier momento el Mar Caribe podría abrir un boquete hasta la Ciénaga de Mohán, o lo que es lo mismo, la Bahía de Barbacoas. Eso querría decir que con las corrientes del sur hacia el norte en la época de lluvias, las aguas llenas de lodo del Canal del Dique, que salen por los caños de Lequerica, Boca Cerrada y Correa, pasarían directamente a los arrecifes del lado norte de la Isla de Barú, incluyendo al ecosistema submarino de Varadero, y en época de verano el oleaje del Caribe que hoy es atajado por Barú, iría a reventar sobre los manglares y áreas estuarinas de la costa sur de Barbacoas. Aparte del daño físico aparente del mar, se cambiarían ambos ecosistemas para mal.

El drama humano se vive ya con intensidad, porque el pueblo de Barú, del lado sur de la isla del mismo nombre, no solo está aislado por Playetas y sus habitantes sufren lo indecible para ir a la parte norte de Barú o a Cartagena y regresar, sino que tienen que pagar sobrecostos enormes por los productos básicos de la canasta familiar, dado el incremento de precios por lo caro del transporte acuático y el terrestre, escaso y riesgoso este último, acentuando así los rigores de la pobreza de sus pobladores. A este padecimiento se suma la frágil infraestructura eléctrica, comenzando porque no hay manera segura de enterrar los postes del alumbrado en las arenas húmedas de Playetas, añadiéndole las fallas en la energía al catálogo de males para los habitantes originarios de la isla, y también a los propietarios de casas de recreo, hoteles y hostales de la zona.

Felicitamos a los dos mandatarios y al concesionario por haber encontrado un camino viable y transparente para comenzar a superar esta calamidad pública que no puede dejarse empeorar.

 


 

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