No es sencillo prever qué debe hacerse a mediano plazo en materia económica si aún no hay forma de determinar cuánto habrá de durar esta crisis, sobre todo a nivel de los países que compran o tienen vocación de comprar nuestros productos.
Sin embargo, podemos escuchar lo que dicen diversos analistas que, en sus encierros, nos ayudan a mirar hacia adelante mientras los héroes rutinarios siguen haciendo su tarea desde hospitales, clínicas, cuarteles, empresas o en las calles; y los padres de familia y las madres cabeza de hogar sostienen al interior de sus viviendas el ambiente fraterno para hacer más vivible la vida en relación.
Los que saben coinciden en que, a corto plazo, lo más importante es que el Estado tenga la capacidad de garantizar la prestación del servicio de salud, sin que nadie se sienta excluido pues esto dará confianza a la población para seguir en pie luchando porque no se paralice el Estado.
Precisamente ayer varias asociaciones gremiales de médicos pidieron al Gobierno poner el máximo de recursos disponibles en hospitales y demás instituciones de salud, para garantizar la mayor salubridad pública, incluida la óptima protección de los miembros de los equipos de salud en dichos centros hospitalarios o de aquellos que se desplazan a los hogares o bien a determinar si hay algún nuevo contagio o para atender a quienes se sabe o se sospecha que han contraído la enfermedad.
A ese conjunto de medidas sanitarias y los recursos que deben fluir a prisa para las adquisiciones, deben venir las económicas, que tienen que comenzar por pagar los salarios retenidos al personal de salud.
De otra parte, remitir recursos a las micro y pequeñas empresas con el fin de que no detengan el pago de salarios ni la vinculación de contratistas o independientes que dependen de esos pagos para solventar la cuarentena en la que ya nos encontramos, es fundamental.
A pesar de que ya varios bancos han anunciado medidas plausibles, es necesario que el Gobierno comunique decisiones para asumir una garantía soberana de pago de la cartera que no se pueda satisfacer, así como de los recursos de capital de trabajo que permita la subsistencia de negocios que no pueden cerrar operaciones.
Para medianas y grandes empresas que sean estratégicas o porque son intensivas en empleo deben dictarse medidas más audaces para su continuidad y subsistencia que pronto comentaremos.
De la misma manera, hay que afinar el giro de los recursos ya anunciados por el presidente Duque, a las familias pobres, sin perjuicio de que continúen las encomiables iniciativas comunitarias de personas con una mejor posición económica, que recogen mercados, recursos y otros elementos, para paliar la difícil situación de miles de familias en estado de debilidad económica. Bravo por esas iniciativas generosas y es conveniente que se difundan, no para vanagloria de los gestores y aportantes, que no la quieren, sino para que sirvan de ejemplo a otros ciudadanos que aún permanecen pasivos frente al sufrimiento ajeno. Ofrecemos nuestras páginas para destacar esas ejemplares iniciativas.
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