Editorial


Protección costera

“(...) Mientras llega el momento de arrancar con las obras físicas, se espera que se le entregue a la ciudad el plan de manejo de tránsito (...)”.

EL UNIVERSAL

01 de agosto de 2021 12:00 AM

Por fortuna, en el marco de una semana plétora de regulares noticias para el avance social de la ciudad, cerramos con una que levanta el ánimo y hace pensar que todavía es posible que estos años no se pierdan desde la óptica de la ejecución de obras materiales.

El que por fin se haya firmado, el viernes, el acta de inicio de los trabajos del dilatado proyecto de Protección Costera, con la presencia de la vicepresidenta de la República, Marta Lucía Ramírez, quien tanto animó el proceso, el alcalde William Dau, y las representantes de las partes, esto es, el director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres y de los contratistas respectivos, cambia un cuarto de hora funesto para la ciudad, en el que poco parecía salir bien.

Esa firma implica que en semanas veremos las primeras piedras de la Fase 1 Componente 1 del macroproyecto, conformado por intervenciones desde El Laguito hasta la curva de Santo Domingo, en el Centro Histórico, que demandarán una inversión de 160 mil millones de pesos, de los cuales 60 mil los aporta el Distrito, y el saldo mayor la nación.

Se construirán en esta fase seis espolones que propiciarán contar con 80 metros más de anchura para playas en Bocagrande, más un sistema de drenaje pluvial para evacuación de las aguas lluvias hacia el mar en la Carrera Primera, además de la protección marginal desde el edificio Seguros Bolívar hasta el Centro.

Preocupa que esos metros que nos ganamos queden al garete, pues no está incluida la construcción del gran bulevar o paseo intercostal con el que soñaban los cartageneros, para ampliar la avenida del Malecón con vías dobles de entrada y salida a los tres barrios Bocala, y sus adecuaciones para zonas deportivas, de esparcimiento y servicios a bañistas. Si nada de esto se hace, ya sabemos lo que va a ocurrir: se convertirá en un nuevo escenario para que reine el caos de la venta informal, sin dios ni ley, con lo cual se mantendrá la vocación de ciudad descuadernada.

Mientras llega el momento de arrancar con las obras físicas, se espera que se le entregue a la ciudad el plan de manejo de tránsito que la movilidad de vehículos y materiales pesados van a demandar, incluido el correspondiente plan de manejo ambiental; pero, sobre todo, la concertación social con los vendedores callejeros y estacionarios que derivan sus ingresos de la venta de bienes y servicios en esas playas.

La ciudad debe saber que esta es una obra parcial, pues aún quedan por desarrollar dos etapas más: la Fase 1 Componente 2, frente a las murallas, y la Fase 2 Componente 2, frente a Marbella, ambas con un costo superior a 70 mil millones de pesos. Por lo anterior, hay que oficiarse ahora en conseguir ese remanente e incluir las obras de ampliación de la avenida del Malecón y sus arandelas.

Y revisar si hay tiempo de incorporar las soluciones de fondo de los holandeses y cartageneros que no se han tenido en cuenta.

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