En las reformas de la Ley de Educación Superior (Ley 30), que acaban de ser presentadas al Congreso, se han encontrado bondades. De seguro, respecto de estas el Gobierno no tendrá dificultades para lograr su aprobación. Por eso, hoy solo nos dedicarnos a aquellas cuestionables, que merecen un debate cuidadoso.
Para el efecto, hacemos nuestras las atinadas críticas que provienen directamente de reconocidos representantes del sector de la Educación Superior, que pasamos a resumir seguidamente.
La propuesta de reforma se divide en dos: una ley estatutaria que eleva la educación de servicio público a derecho fundamental, y una reforma de la Ley 30 de 1992 propiamente dicha.
La propuesta de ley estatutaria plantea la educación como un derecho fundamental progresivo, y es positivo que incluya el derecho fundamental a la educación inicial y a la media; pero es el caso que no queda claro cómo puede cumplir aquellas dos condiciones en paralelo.
Por su parte, la propuesta de reforma de la Ley 30 recoge diversas iniciativas. Está enfocada en actualizar la Ley 30, con aspectos válidos pero insubstanciales, como cambiar el término “alumno” por “estudiante”, o eliminar el posdoctorado como un posgrado, entre otros.
Yerra al reducir el papel del ICETEX como uno de los principales mecanismos de financiación del pregrado en Colombia, para enfocarlo en la financiación de estudios especializados en el exterior, poniendo en riesgo el aumento en la cobertura por parte de las Instituciones de Educación Superior (IES) privadas.
Yerra al no incluir una visión o reflexión sobre los temas fundamentales de la educación superior en el contexto actual de nuevas tecnologías y nuevas metodologías pedagógicas.
Yerra en no incluir referencias o lineamientos de calidad en educación superior que permitan cambiar e innovar el sistema de aseguramiento de calidad actual. (El sistema actual debe ser repensado, actualizado, rediseñado para ser más ágil y efectivo).
No incluye elementos que permitan entender una autonomía universitaria que pueda soportarse en la flexibilidad e innovación. (En un mundo que cambia tan rápidamente como el actual, es necesario que las IES puedan responder de manera rápida e innovadora al contexto con la creación de nuevos programas y apuestas formativas). No incluye una perspectiva que permita fortalecer la pertinencia de las IES. El proyecto se enfoca principalmente en el ecosistema interno (estudiantes y profesores), mientras que no se incluye una perspectiva que considere el papel de los empresarios y el relacionamiento entre universidad, las empresas y diversos actores externos en el gobierno universitario.
No incluye referencias a buenas prácticas internacionales que ayuden a orientar la educación superior a enfrentar los retos que el contexto impone.
Hay más por decir.
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