Editorial


Retos de la longevidad

“En poco tiempo las generaciones de los 50 y 60 del siglo pasado le agregarán a los sistemas de jubilación, una nueva y enorme carga de ciudadanos, a quienes se les deberá garantizar...”.

EL UNIVERSAL

25 de septiembre de 2023 12:00 AM

Es un hecho que mientras la fecundidad es opacada por la propensión en las nuevas generaciones a que no es conveniente o es inapropiado traer más de un bebé al mundo, o ninguno, hay una firme decisión por prolongar la vida hasta el máximo posible. Juegan a favor de una mayor longevidad los avances médicos, tratamientos, científicos y tecnológicos y una mejor salubridad.

Pero a la humanidad se le está confrontando con esta nueva realidad demográfica sin habernos preparado. Los cambios de hábitos de una población que ve cómo tiene la posibilidad de prolongar su existencia más allá de parámetros soñados hace solo 100 años, pero que desconoce cómo habrá de afrontar las exigencias naturales que el deterioro cognitivo y físico demandarán por más años de los acostumbrados, pone de relieve la necesidad de conversar ya no sólo de cómo vamos a cuidar el planeta para que la vida de todas las especies se preserven; también de qué vamos a hacer para que los años que le estamos adicionando a nuestra parábola vital no se conviertan en una tragedia para el individuo, su descendencia, sus cuidadores, las instituciones y los Estados.

En poco tiempo las generaciones de los 50 y 60 del siglo pasado le agregarán a los sistemas de jubilación públicos, privados y mixtos, una nueva y enorme carga de ciudadanos, a quienes se les deberá garantizar el sostenimiento de pensiones, y de entre ellos un número grande de personas que no se sienten para nada viejos y que, por el contrario, comienzan a descubrir que ese sistema pensional ya no deberá sostenerlos 10 o 15 años, sino 25 o 30 más, es decir, más de los años que emplearon para completar las semanas de cotización.

Y, por otra parte, los gobiernos tendrán que destinar nuevos y copiosos recursos para atender las necesidades más apremiantes de aquella enorme población que, sin expectativa de pensionarse, vivirán muchos años de lo que les otorgue la beneficencia o subsidios solidarios estatales.

Pero, ¿y cómo se sostendrá ese sistema pensional con más años para garantizar a sus jubilados su renta mensual?; ¿cuánto habrá que incrementar los presupuestos oficiales para proveer calidad de vida a ancianos que demandarán más atención médica, alimentación y cuidados personalizados?; ¿cómo se compensará la reducción de la fuerza laboral y la productividad cada vez con menor disponibilidad de jóvenes para sostener las dinámicas del mercado, que debe proveer bienes y servicios a los mayores?; ¿cómo cambiará la educación pública y privada con hogares cada vez más reducidos, menos hijos/estudiantes para las escuelas y universidades?; ¿cómo cambiará el diseño y concepción de la vivienda y la industria del entretenimiento, con familias de un solo hijo o ninguno, pero con padres con más disponibilidad de dinero y ahorro, y más vitalidad?

¿Cuándo debemos comenzar a hacernos estas y otras preguntas, en serio, por estos lares?

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