Se inicia la Semana Santa con la implementación del primer Distrito de Policía Turístico en Colombia, una vieja petición que por fin se ha hecho realidad por el trabajo mancomunado entre Presidencia de la República, Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, Migración Colombia, la Policía Nacional y el Distrito.
La nueva fuerza policial cuenta con 457 uniformados que han recibido específica capacitación en la atención de las más frecuentes necesidades de visitantes nacionales y extranjeros, y se movilizará con nutridos recursos logísticos que fueron presentados a la ciudad la semana pasada, con la presencia del presidente Iván Duque.
Este Distrito de Policía Turística deberá actuar en armonía con otras entidades, como Distriseguridad, Fiscalía y Capitanía del Puerto, en un trabajo conjunto para enfrentar fenómenos delictivos que tienen como destinatarios principales a los turistas, así como la explotación sexual de menores y adolescentes.
Pero esos esfuerzos serán más efectivos si la ciudadanía en general, y los prestadores de servicios turísticos formales e informales en particular, se suman al compromiso de reducir esos fenómenos con acciones de prevención y denuncia inmediata. La ciudad tiene el compromiso de transmitir al país y a las naciones en las cuales se promueve Cartagena como principal destino turístico del Caribe, que en el Corralito de Piedras no serán bien recibidos los turistas que busquen participar en los criminales circuitos internacionales de prostitución infantil y trata de personas.
De los más de 120 mil turistas que se esperan, muchos se desplazarán hacia las Islas del Rosario, Cholón, Playa Blanca y San Bernardo, razón por la que se reclama que haya disciplina entre los pilotos de embarcaciones para que el zarpe se dé desde el muelle de la Bodeguita, por ser el único sitio autorizado para la salida de pasajeros.
Sin embargo, la Capitanía de Puerto se ha comprometido en profundizar dispositivos especiales de control en los diferentes embarcaderos que no están autorizados para actividades comerciales pues, sin duda, los muelles de Manga, Bosque, Bocagrande y Castillogrande fungen como sitios de zarpe para viajes que simulan paseos familiares o de amigos de propietarios de lanchas y yates de recreo, pero que son realmente botes de alquiler informal, los cuales no siempre cuentan con los equipos de seguridad completos y en buen estado, o con los seguros que cubran eventuales siniestros en altamar.
La ciudad reclama de los propietarios de embarcaciones que, si desean explotarlas comercialmente, se sometan a las normas de formalización de estos servicios, para brindar seguridad a los pasajeros que los contratan. Con esto, también se regularizaría el uso de muelles, para que no se conviertan en centros de escándalo y perturbación de la tranquilidad de residentes de esos sectores, y causa de trancones vehiculares, que dañan la calidad de vida de conductores, pasajeros y transeúntes.
A todos compete que estos días de descanso y diversión para algunos, sean compatibles también con el recogimiento tranquilo de quienes se quedan en Cartagena.
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