Editorial


Trasmallos “electrónicos”

EL UNIVERSAL

26 de octubre de 2018 12:00 AM

Los ataques del hombre a su medio natural son aterradores. Los hay indirectos, y no por ello menos dañinos, como usar elementos plásticos, bolsas, por ejemplo, que luego aparecen en los mares del mundo, envenenándolos a ellos y a las criaturas que viven en sus aguas, incluyendo muchos de los peces que nos comemos. Es una especie de suicidio colectivo a plazos, con un elemento grande de dejadez y olvido, pero será inexorable a menos que paremos ya estos comportamientos.

Ver lo que antes capturaban las autoridades en las mallas que ponían en La Bocana, por ejemplo, daba grima, pero al menos se enviaba de allí a un relleno sanitario. Que sepamos, desde hace mucho tiempo esa basura pasa derecho al mar proveniente de los caños pluviales que atraviesan Cartagena, en donde sus habitantes van tirando sus desechos sin importar ninguna campaña ni capacitación. Todo parece inútil hasta ahora en cuanto a crear conciencia ecológica se refiere, o quizá hay que hablar en otros términos: crear conciencia para no extinguirnos.

Muchas veces hemos hablado aquí del daño enorme de la pesca con palangres, esas hileras de anzuelos asesinos que penden de cuerdas y flotadores que tienen cientos de kilómetros de largos, y que además de capturar algunas especies aprovechables, matan tortugas, aves, delfines y peces juveniles, llamadas eufemísticamente “captura incidental”, como si ese término anestesiara a la gente que lo oye y limpiara la acción depredadora para que pueda ser ignorada.

Y ahora hay una nueva amenaza para el medio ambiente, como son los trasmallos “electrónicos”, apelativo que intenta ser ingenioso y que oculta la depredación irremediable que están causando porque tienen ojos pequeñísimos, por donde no se cuelan ni algunos de los alevinos de las especies ictiológicas locales, que se crían en las aguas protegidas de las ciénagas y lagunas, para luego desarrollarse en el mar.

Pues bien, resulta que ahora los pescadores de los pueblos aledaños al canal del Dique usan estos trasmallos en los cruces estrechos entre ciénagas y bahías como la de Barbacoas, para capturar todo lo que haya. No valen las reconvenciones de los pescadores más visionarios ni las de nadie, en gran parte porque la urgencia de dar de comer a la familia hace que “el mañana” sea un concepto abstracto, aun si es el de sus propios hijos y aunque hacerlo acabe su futuro.

Usar la autoridad es indispensable, pero ofreciendo también alternativas como la piscicultura en jaulas en el medio natural, para que los pescadores pasen de depredadores eficientes y sin remordimientos, a cultivadores de peces con método y conciencia.

Todo esto lo sabe bien el nuevo director de la AUNAP, y por primera vez en muchos años tenemos la esperanza de que se puedan revertir muchos de los vicios de esa entidad y las malas prácticas de pesca del país, para comenzar a recuperar nuestro entorno de mar y de humedales. Mientras tanto, las autoridades podrían comenzar a decomisar estos trasmallos ilegales y a sancionar a quienes los venden y promueven. 

“Usar la autoridad es indispensable, pero ofreciendo también alternativas como la piscicultura en jaulas en el medio natural (...)”.

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