En julio de 2015 hubo polémica en la ciudad por un proyecto de acuerdo que prohibiría el tránsito de turistas y citadinos por áreas del Centro Histórico e ingresar a cualquier establecimiento comercial con el torso descubierto o en trajes de baño y bikinis.
La polémica iniciativa fue del concejal César Pión y se fundamentaba en “el respeto de la dignidad humana, y de los derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social”.
A muchas personas les pareció una idea descabellada, que hasta descamisados protestaron en las afueras del Concejo Distrital, pues consideraban que era una medida absurda que atentaba contra el turismo.
“La gente quiere confundir a Cartagena como el ‘weekend’ de los gringos. La gente no puede venir a hacer lo que se le da la gana por el cuento del calor, o de lo Caribe”, decía el concejal.
Medidas como esas pueden sonar absurdas si no se revisa el problema de fondo, y sí no se tiene en cuenta a la Constitución Política de Colombia.
Lo cierto es que cada vez más se habla del irrespeto a la ciudad por parte de turistas que aparecen en videos o fotos con comportamientos reprochables.
En mayo de 2015 el parque de Bolívar, en pleno corazón del Centro Histórico, fue usado como letrina por un turista. Tres meses después, un turista cubano fue detenido por las autoridades cuando deambulaba desnudo en inmediaciones del Parque del Centenario.
El repudio y la indignación vuelven a salir a flote por el más reciente caso: un turista posa desnudo sobre la escultura “La Gorda Gertrudis”, una obra del maestro Fernando Botero, en la plaza Santo Domingo.
Somos conscientes de todos los beneficios que recibe la ciudad cuando es visitada por turistas, pero este no es el turismo que queremos. A la gente de Cartagena hay que respetarla.
Es cierto que por el comportamiento de un puñado no se puede estigmatizar a los turistas, pero es necesario que las autoridades les pongan un freno efectivo e inmediato a quienes cometan estos actos. El nuevo Código Nacional de Policía y Convivencia sanciona la realización de actos sexuales, obscenos o ‘exhibicionistas’ en sitios públicos y es deber de todos cumplirlo.
También es importante que los ciudadanos denuncien estos hechos porque como dijo el alcalde encargado, “no queremos un turismo depredador que atente contra el patrimonio de la ciudad, y de paso sirva de mal ejemplo para más conductas vandálicas”. Y además, el mal turismo aleja al bueno.
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