Editorial


Una larga espera

Los estudiantes de secundaria de la Institución Educativa Hatillo de Loba, en el sur de Bolívar, no han recibido ni una sola hora de clases de inglés desde marzo del año pasado.

Así presentaron recientemente las pruebas Saber, cuyos resultados no nos queremos ni imaginar, pues claramente ha sido vulnerado su derecho a la educación durante mucho tiempo.

Preocupa que falten solo tres meses para que termine el calendario escolar, y que los más pequeños, los estudiantes  de primaria, también lleven más de seis meses esperando tres profesores.

La desesperación llevó a que los padres de familia en el corregimiento Cerro de las Aguadas protestaran primero en el colegio, y luego, al no obtener respuestas, se tomaran la sede de la alcaldía del municipio con candados y pancartas. Lo curioso es que la alcaldesa de Hatillo de Loba, Maryolis González Amarís, se sumó a los reclamos de los estudiantes “porque ellos tienen la razón, llevan mucho tiempo sin docentes y nada que se les da una solución”.

Ella advirtió que trasladaría la protesta a la sede de la Gobernación de Bolívar en Turbaco, para buscar la atención del gobernador, quien calificó como “irrespetuosa” esa actitud.

Entrar en discusiones y calificativos personales entre dirigentes no aporta nada al grave problema de la educación no solo de esa comunidad sino de gran parte del departamento, que tiene un déficit de 230 profesores en 36 municipios.

El viernes se conoció que por fin llegó uno de los profesores a primaria y que esta semana entrarían los otros tres. Ojalá sea cierto, pues no sería la primera vez que los estudiantes se quedan esperando.

La educación en el sur de Bolívar siempre ha sido precaria. Primero, porque antes era contratada, y los servicios de educación llegaban mucho después de que comenzara el ciclo escolar, y los estudiantes no completaban la formación. Segundo, después de 2016, cuando la Gobernación de Bolívar cambió al tipo de educación oficial, no se tuvo la suficiente planta de personal para responder por la demanda de docentes que resultó. El trámite para ampliar la planta docente se ha demorado demasiado, cada año el déficit aumenta y los provisionales no son suficientes.

Sabemos que la Gobernación de Bolívar trata de solucionar el problema, que no es todo suyo, y debería implementar un plan para que los estudiantes no sufran por la transición del sistema educativo en esa región, pues sin una estrategia integral que supla la falta mientras el Ministerio de Educación aprueba la ampliación de la planta docente, podría resultar la cura peor que la enfermedad.

Urge atender las necesidades de la comunidad educativa del departamento. Ojalá la nueva ministra de Educación le dé a este asunto la importancia que merece, para que los estudiantes terminen su año escolar con dignidad y puedan recibir en su educación toda la calidad que les exigen en las evaluaciones nacionales.

 


 

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