Editorial


Viviendo con el victimario

El sábado pasado, justo el día en que se conmemoraba el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer, un hombre llegó borracho a su casa en el barrio Villas de La Candelaria y después de levantar a su esposa de la cama, la atacó a trompadas y patadas porque no encontraba dinero.

Según la víctima, el ataque paró gracias a los vecinos, que llamaron a la Policía. Lo extraño es que los uniformados llegaron al lugar, según contó la mujer, dejaron al hombre en la casa y la llevaron a ella al CAP de El Pozón, donde le curaron las heridas.

Esta mujer, después de salir del centro médico, tuvo que volver a verle la cara a su agresor, pues se lo encontró en la casa. A él no pudieron capturarlo porque no hubo flagrancia y tampoco una denuncia. Lo peor es que no es la primera vez que la ataca en los 13 años que llevan viviendo juntos. “Él me había golpeado, pero no así tan fuerte como ahora”, dijo la víctima a un periodista de El Universal.

Ella nunca lo denunció y esta última vez tampoco lo hizo, “porque no tengo plata, ni tiempo”, dijo. La mujer tiene miedo y por eso prefiere irse a Bogotá, su ciudad de origen.

Preocupa que este y muchos otros casos queden a la deriva, pues está claro que falta pedagogía sobre una ruta de acción para las mujeres, desde el ámbito jurídico, para garantizarles sus derechos.

Los vecinos testigos de la agresión también podrían denunciar, pero se comprueba, lamentablemente, que “en pelea de marido y mujer” prefieren no meterse.

El aparato judicial en el país no está preparado para atender estos casos. Por un lado, algunos policías las revictimizan al no atenderlas sino cuando ven que corre sangre. Por el otro, es recurrente que los denunciados terminen libres o que los casos no avancen por la cantidad de denuncias acumuladas, para las que los juzgados no dan abasto.

Según Medicina Legal, en 2017 en Colombia 414 mujeres murieron por arma de fuego, 175 por arma cortopunzante, 72 por asfixia y 49 a golpes con objetos contundentes. La mayoría de los responsables (en 104 ocasiones) son los compañeros sentimentales; 35.690 mujeres han sido golpeadas.

En Cartagena, casi que a diario llegan mujeres a Medicina Legal para ser valoradas tras los golpes de su pareja. Las que no denuncian, regresan a casa a soportar al abusador.

Todo esto obedece también a la falta de continuidad en las políticas públicas del Distrito. La Secretaría de Participación atiende tantos grupos poblacionales que es difícil concentrar sus esfuerzos en este flagelo.

Retomar la propuesta de una Secretaría de la Mujer, aprovechando la coyuntura política, no suena descabellado.

 

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