Opinión


Futuro para la muchachada

RAFAEL NIETO LOAIZA

06 de junio de 2021 12:00 AM

Si la tasa de desempleo nacional para el trimestre a 30 de marzo era de 15,8%, la de los jóvenes era 23,9%, eso es 51% más alta. A su vez, el número de ninis, muchachos en que ni estudian ni trabajan, saltó de 22% en 2019 a 27,7% para febrero de este año.

La crisis ha sido aún más cruel con los muchachos. Las razones para su dolor, frustración y rabia son innegables. Pero no hay que equivocarse. Es Petro, no los jóvenes, quien quiere incendiar el país. Hay que cuidarse mucho de estigmatizar a esta muchachada que sale a las calles, porque aunque es cierto que es manipulada y algunos son abiertamente usados con fines violentos, otros muchos protestan pacíficamente y hay que comprender las causas de su enfado y buscar soluciones a las mismas. Y con esto no estoy diciendo que esa muchachada refleje a todos los jóvenes colombianos. La inmensa mayoría de los jóvenes no está en el paro, ni en las protestas, ni mucho menos en el vandalismo, las vías de hecho y los bloqueos; pero que los de la calle sean una minoría no significa que sus razones para protestar no sean ciertas. Lo son y afectan a muchos más muchachos que los que protestan.

Ahora, los muchachos no quieren renta básica. Prefieren mil veces que su futuro esté en sus manos y no en las de los burócratas que controlan los subsidios. Quieren estudiar y trabajar. Es nuestro deber buscar soluciones estructurales a la baja calidad en la educación, la desescolarización y el desempleo juveniles. Hay que empezar por volver a vincular a los muchachos que desertaron del sistema educativo. Hay que usar herramientas como condicionar el acceso y la permanencia en los programas de la red de asistencia social a que los hijos asistan efectivamente a la escuela. Presionar a Fecode para que entienda que primero están los niños y jóvenes.

También es clave mejorar la calidad, que es un desastre, y la pertinencia de la educación. Para lo primero es vital establecer un mecanismo de calificación de los maestros que esté directamente ligado a los resultados de sus alumnos. Lo que existe hoy es un chiste. La falta de experiencia, de un segundo idioma y de conocimiento técnico lastra las posibilidades de los jóvenes. Hay que hacer alianzas público privadas, con empresas y la academia, para definir e identificar potencialidades productivas, y que el Estado apoye la capacitación y el enganche de los jóvenes en esos proyectos. Hay que fortalecer los programas de Matrícula cero y Mi primer empleo e introducirles una variante de pertinencia, para que estén alineados con las necesidades del mercado laboral. Estamos educando para lo que no se requiere.

Y hay que incentivar de manera rápida la infraestructura, la vivienda y el campo que necesitan abundante mano de obra no calificada, precisamente la que más abunda hoy entre la muchachada. Eso y los incentivos a los emprendimientos serán temas de otra columna.

*Abogado y analista político.

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