Opinión


Las confesiones de las Farc

Después de escuchar los desgarradores testimonios de víctimas y de las confesiones cargadas de evidentes desahogos de victimarios, quienes osen en continuar empleando estas modalidades de desprecio por el ser humano, ¿pueden merecer algún tipo de perdón y olvido?

EL UNIVERSAL

24 de junio de 2022 12:00 AM

El reconocimiento de responsabilidad de los siete exmiembros del Secretariado de las extintas Farc por los secuestros perpetrados en el marco del conflicto armado ante las víctimas que los escucharon, cara a cara, resultó impactante y aleccionador.

Los hechos que narraron, como una confesión ante el tribunal de Justicia Especial para la Paz (JEP), pero también ante el tribunal de la historia, aun cuando constituyen relatos de hechos que eran conocidos por la nación, no dejan de conmocionar, como si fueran nuevas revelaciones, pues por primera vez son reafirmados descarnadamente por quienes ordenaron, realizaron, autorizaron o permitieron la comisión de tan bárbaros actos criminales.

Las tres audiencias de reconocimiento que se desarrollaron desde este martes hasta ayer en la Biblioteca Virgilio Barco, en Bogotá, ante los magistrados de la JEP y una buena representación de las víctimas o sus deudos, en la que abundaron frases cargadas de tormentoso contenido dramático y profundamente dolorosos, pueden resumirse en esta: ‘Dime la verdad y tendré mi libertad’.

Si siempre se supo de lo execrable y abismalmente inhumano que resultaba la política de secuestro de las Farc con fines de canje o intercambio, o de extorsión o de amilanamiento y de otras formas y causas horrorosas que les llevaron a perpetrarlos, ¿puede ser una lección para los actuales grupos alzados en armas, con fines políticos o no, sobre la inadmisibilidad de este oprobioso camino en cualquier tipo de lucha o reivindicación? Si ya está claro el daño que también hace a los victimarios, como así lo reconocen los excomandantes de las Farc, y de la profunda inutilidad de ese camino horroroso, ¿qué justificación hoy pueden tener personas o grupos para continuar con esas formas de lucha o de enriquecimiento o por la razón que fuere?

Después de escuchar los desgarradores testimonios de víctimas y de las confesiones cargadas de evidentes desahogos de victimarios, quienes osen en continuar empleando estas modalidades de desprecio por el ser humano, ¿pueden merecer algún tipo de perdón y olvido?

A no dudarlo, la admisión de responsabilidad pública y contundente de Rodrigo Londoño, Pablo Catatumbo, Pastor Lisandro Alape, Milton de Jesús Toncel, Jaime Alberto Parra, Julián Gallo Cubillos y Rodrigo Granda los enaltece, pues reconocer las culpas propias y no negarlas sin fisuras es acto de difícil expresión, y requiere de una alta dosis de concientización sobre lo malo que ha habitado en el propio ser interior.

Sin embargo, aún falta más. Por ejemplo, dar la mayor información en cada caso puntual, para liberar en concreto a cada víctima y sus familias del dolor, los miedos, la incertidumbre y, en algunos casos, el odio o el resentimiento. Y no dejar sin atención las indemnizaciones por daños y perjuicios, tal como consta en los acuerdos de La Habana.

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