Opinión


Sodoma y Gomorra

MIRYAM OCHOA

30 de mayo de 2023 12:00 AM

Cada vez que leo la prensa, escucho la radio o camino por el Centro Histórico me conmueve nuestra condición humana.

Hoy, más que nunca, aparece Cartagena de Indias como un inmenso burdel donde la principal fuente de ingresos de los y las informales es el sexo. Y afirmo que “los y las” porque como dijo en una ocasión una reina de belleza de manera profética, hoy estamos frente al fenómeno de “hombre con hombre, mujer con mujer y viceversa”.

Estamos plagados de mafias de explotación sexual y de vejámenes de turistas que vienen atraídos no por nuestra historia y patrimonio sino por la amplia y barata oferta sexual.

Sin duda, esta inmensa y creciente oferta es producto de la complicidad de diferentes sectores y sobre todo de los promotores turísticos que promueven una amplia oferta de vida nocturna llena de fácil acceso a niñas, niños y cuerpos de mujeres e incluso hombres quienes además alimentan otros delitos como el microtráfico y la venta de toda clase de drogas alucinógenas. Qué tristeza.

El problema fundamental está en la falta de control del espacio público y de operativos a aquellos bares que se brincan las normas y se burlan de la autoridad. Se alquilan casas para toda clase de rumbas, sin tener en cuenta quiénes son los que las van a usar y mucho menos la tranquilidad de los vecinos. Se arresta a las prostitutas y prostitutos, a los vendedores de drogas, incluso se recogen los niños pero no se arrestan a los dueños, promotores o influenciadores, quienes siguen con su negocio ilícito.

Es vergonzoso que los turistas que nos están visitando sean esclavos de apetitos sexuales, producto en gran medida de ese valor desorbitante del dólar que les permite sentirse ricos en un país de pobres.

¿Qué le pasó a nuestra ética ciudadana? A nosotros nos corresponde denunciar y hacer sentir a estos bárbaros que están en el lugar equivocado. Como dice el adagio: el silencio otorga, y nuestra ciudad se desborda sin freno.

Miremos bien a quien o quienes les alquilamos nuestras casas y propiedades, y dejemos de sucumbir al dinero fácil que estos negociantes de la lujuria ofrecen a mano limpia.

Protejamos lo nuestro y recuperemos nuestra dignidad y ética ciudadana como habitantes de una ciudad llena de historias victoriosas frente a las invasiones, abusos y maltratos de los extranjeros.

Recuperemos nuestra dignidad y volvamos a caminar por las callecitas sin ser abordados y rodeados de malandrines que ofrecen y venden sexo y drogas, y se burlan de la autoridad.

*Amigos del MAC.

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