Política


El Partido Verde, de una gran 'ola' a una verdadera encrucijada

COLPRENSA

07 de julio de 2013 11:52 AM

Del ímpetu y fuerza de la 'ola verde' de 2010 poco queda ya. El Partido Verde, que en su momento estuvo cerca de conseguir la Presidencia de la República, ahora enfrenta al mayor de sus temores: la posibilidad de desaparecer.
La colectividad deberá alcanzar cerca de 450.000 votos en la próximas elecciones legislativas si quiere conservar su personería jurídica. Pero el Partido de hoy dista mucho del que montó a miles de colombianos en una “ola” que parecía avasalladora.
El entonces candidato presidencial, Antanas Mockus, decidió retirarse de la colectividad en 2011, luego de que los verdes decidieran hacer coalición con el Partido de 'La U' para apoyar la candidatura de Enrique Peñalosa a la alcaldía de Bogotá. Ahí vino la primera fractura y la segunda desinflada de la 'ola' que ya había perdido las elecciones.
Con Antanas Mockus fuera de la colectividad la 'ola verde' quedó menguada, pues con él se fueron también muchos de sus seguidores. A eso se sumaron los pobres resultados electorales de las elecciones legislativas.
Durante la consulta interna para las elecciones presidenciales, Mockus se impuso con 822.000 votos ante los también exalcaldes de Bogotá Enrique Peñalosa y Luis Eduardo Garzón, quienes obtuvieron 490.000 y 275.000 votos, respectivamente, lo que sumaba un total de 1.587.000 votos. Sin embargo, la sorpresa llegó en la elecciones legislativas, cuando no alcanzaron ni a la mitad de la suma conseguida en las consultas internas.
Por Senado, el Partido obtuvo en total 521.503 votos, con los que consiguieron cinco curules. Una de ellas, fue ocupada por quien consiguió la mayoría para la colectividad tras la salida de Mockus. Se trata de Gilma Jiménez, quien abanderando la defensa de los derechos de la niñez colombiana consiguió 207.799 sufragios a su favor.
La senadora Jiménez falleció el pasado 29 de junio, lo que dejó al partido sin una de sus más importantes figuras. Por Cámara de Representantes la colectividad obtuvo tres curules. Es decir, en total pusieron siete congresistas que dentro de un mar de 268, no es mucho.
Según explica el politólogo, PhD y profesor de la Universidad Javeriana, Fernando Giraldo, el tamaño de una colectividad se mide en los resultados electorales legislativos y no en los presidenciales. “Un partido es grande si tiene una estructura parlamentaria grande y ese no el caso del Partido Verde”, explicó Giraldo, quien considera que aunque consiguió un importante prestigio durante la campaña presidencial, no le alcanzó para convertirse automáticamente en un gran partido por cuenta de los resultados en el Congreso.
Los verdes sin la 'ola' y sin el voto de opinión que los catapultó a la cima de las encuestas presidenciales en 2011, ahora deben comportarse como lo hacen los demás partidos que están buscando votos pero sin la maquinaria ni la infraestructura de quienes por décadas se han dedicado a esa práctica.
EL VOTO DE OPINIÓN Y LAS PROMESAS INCUMPLIDAS
El Partido Verde se presentó ante la opinión pública como una opción que buscaba hacer una política diferente bajo principios de transparencia y legalidad, idea que conectó a un importante sector social mayoritariamente joven.
De acuerdo con el experto Fernando Giraldo, los verdes consiguieron votos de opinión que, después de tres años de la 'ola', no pudieron capitalizar. Además, explica que este tipo de votos son volátiles y ante cualquier falta pueden perderse fácilmente. Las diferencias entre los ex alcaldes fraccionaron el Partido y las divergencias continuaron entre congresistas y militantes cuando el Partido decidió conformar la mesa de la Unidad Nacional. Asunto con el que un sector de los verdes no ha estado de acuerdo.
Según explicó el representante Alfonso Prada, ex presidente de la colectividad, la opinión pública se confunde cuando la mitad de la bancada del Partido vota en contra de los proyectos que son de interés del Gobierno Nacional o cuando algunos miembros del Partido le 'coquetean' a la propuesta del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, que de acuerdo con Prada, “es un proyecto bastante distante al nuestro”.
Muestra de la división se evidencia con la declaración del representante Carlos Amaya. “Yo mismo reconozco el distanciamiento con el expresiente del Partido, Alfonso Prada, no estoy de acuerdo con la manera con las que él ha llevado el Partido”, dijo el congresista, para quien la presencia del partido en la mesa de la Unidad Nacional se ha aprovechado para obtener beneficios individuales.
Giraldo explica que, con estos comportamientos, el Partido deja en evidencia su fraccionamiento interno y envía mensajes erráticos a los colombianos. “No están mandando un mensaje de unidad, de respeto, de decencia, de tolerancia que tuvieron durante la campaña de 2010”, dijo.
Fuera de esto, entre las figuras más representativas que aún conserva esta colectividad, se han presentado acciones cuestionables que han dejado en tela de juicio la bandera de transparencia que abrazaron cuando la 'ola' apenas estaba en crecimiento.
Según explica Giraldo, cuando las personas descubren actos en los que faltan a las primicias iniciales con las que el Partido generó expectativa, existe un costo electoral. El senador del Partido Verde, Jorge Londoño ha sido investigado por la Procuraduría; Enrique Peñalosa se ha visto envuelto en escándalos por su gestión como alcalde de Bogotá; y Luis Eduardo Garzón protagonizó, en estado de alicoramiento, una bochornosa escena que fue captada por los medios de comunicación.
“Cuando su opinión se debilita y no tiene una vía distinta a esta para recibir votos, pues pierde la curul. Ese es el riesgo del Partido Verde”, dijo Giraldo, quien también explicó que a diferencia de los partidos tradicionales, este no tienen unas redes clientelistas fuertes ni maquinaria que le permitan soportar el desprestigio.
EL ADIÓS DE GILMA
La inesperada muerte de Gilma Jiménez fue un duro golpe para el Partido Verde, porque fuera de ser su principal electora, se presentó en el momento en que la colectividad necesita sumar votos para alcanzar el umbral del 3 por ciento que requiere para conservar su personería jurídica.
“Con la muerte de Gilma indudablemente el Partido pierde su baluarte y fuerza principal”, señaló el representante del Partido Verde, Carlos Amaya.
Para el politólogo Fernando Giraldo, su muerte llega en mal momento político, pues si es difícil trasladar votos de una persona a otras cuando las dos están vivas, es “mucho más difícil endosar los votos de una persona que definitivamente está ausente”.
Sin los votos que la senadora Jiménez traía para el Partido Verde, la colectividad deberá moverse en otros sentidos.
Por eso es que desde hace varios meses vienen conversando con el ex alcalde de Medellín, Alonso Salazar, con quien buscan acercar nuevamente al actual gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo. También empieza a sonar un alianza con los Progresistas, movimiento que, a pesar de tener un alcalde en ejercicio, no tiene personería jurídica.
LA LLEGADA DE ALONSO
El pasado miércoles 3 de julio, el representante Alfonso Prada, presentó su renuncia a la presidencia del Partido Verde bajo el argumento de no inhabilitarse para poder aspirar al Senado de la República por esa colectividad.
Sin embargo, cada vez empieza a sonar con más fuerza la llegada del ex alcalde de Medellín, Alonso Salazar a la presidencia del Partido.
“La discusión central del Partido debe ser cómo hacemos para que sobreviva. En esa tarea hemos estado desde el año pasado. He liderado un proceso que ya estamos pronto a concretar que es que el fajardismo vuelva al Partido”, explicó el representante Carlos Amaya, para quien es prácticamente un hecho que Alonso Salazar estará a la cabeza de la colectividad. Lo que, según él, le dará un respiro a los verdes.
Para el politólogo Fernando Giraldo, el ingreso de Salazar está enviando dos mensajes: el primero es para Sergio Fajardo, en el sentido en que le están ofreciendo su total respaldo para que evite ingresar a otra colectividad o continuar un camino independiente con el Movimiento Compromiso Ciudadano del que fue fundador. Lo cual, de acuerdo con Giraldo, le está abriendo el camino a una posible candidatura presidencial para 2018.
El segundo mensaje es para Enrique Peñalosa, quien ya anunció su deseo de participar en las elecciones presidenciales de 2014. Giraldo considera que, con Salazar a la presidencia de los verdes, ésta será la única posibilidad que tendrá Peñalosa para aspirar a la Casa de Nariño por esta colectividad.
Sin embargo, para el ala mockusiana del Partido Verde, la presencia de Salazar es más que esperanzadora. Para la representante Ángela María Robledo su llegada permitirá que el Partido vuelva a defender los principios bajo los cuales inicialmente se creó, pues con tantos cambios, la colectividad está en un momento de reconfiguración.
“Hay que fortalecer de nuevo los principios que nos convocaron en 2009 y hacer una oferta ahora en este proceso electoral de una política innovadora, de una política distinta que creo que en estos tres años el Partido se ha alejado de esa tarea que fue lo que inspiró la 'ola' verde”, explicó Robledo, para quien el ingreso de Salazar permitirá volver a una política de cero clientelismo y a las alianzas con grupos que en Colombia significaron “el todo vale”. Es decir que, para ella, la presencia de Salazar permitirá replantearse la posibilidad de continuar o no en la mesa de la Unidad Nacional.
LA POSIBLE ALIANZA CON LOS PROGRESISTAS
Los Progresistas le han propuesto una alianza al Partido Verde que aún no se ha concretado. Para el politólogo Fernando Giraldo, este movimiento tienen varios componentes. Según explicó el experto, la alianza sería con un sector del progresismo que no es tan radical, liderado por el exconstituyente Antonio Navarro Wolf.
Para él, no es tan factible una alianza en la que esté el alcalde Gustavo Petro o su ex secretario, Guillermo Asprilla, quienes buscarían estar con el movimiento Poder Ciudadano, que lidera la ex congresista Piedad Córdoba. Sin embargo, todo dependerá de la continuidad de Petro como alcalde pues, si es destituido antes de las elecciones parlamentarias, según Giraldo, los Progresistas no sumarían significativamente para ninguna de las dos colectividades.
Sin embargo, ante el riesgo de no conseguir el umbral, los verdes estarían respaldando un proyecto de ley que le abriría la posibilidad a los movimientos políticos de presentar listas al congreso en coalición. Según explicó la representante Robledo, ese es un asunto que ya está siendo conversado con el próximo presidente del Congreso, Juan Fernando Cristo, y que tiene muchas posibilidades de surtir su trámite en el legislativo para que las minorías no pierdan su representación. Pero por lo pronto, ésta es apenas una posibilidad.
La posible alianza con los Progresistas es otro de los asuntos que divide a los verdes que formalmente están en la mesa de Unidad Nacional, es decir, apoyando las políticas del Gobierno. El ingreso de un movimiento independiente también los obligará a replantear dicho aspecto.
Sin embargo, para el senador del Partido Verde, Félix Valera, ese tipo de alianzas hay que hacerlas con cuidado pues se puede afectar la coherencia ideológica que es una de las exigencias electorales. Para él, es importante determinar exactamente cuáles son los puntos de coincidencia con los Progresistas.
“Que se haga sobre la construcción de algo programático, no por la necesaria obligación de permanecer vivos en un proceso político, porque eso resulta mal”, declaró el senador para quien esas alianzas con grupos con los que no hay muchos puntos ideológicos en común, trae consigo el riesgo de repetir lo que hoy está sucediendo en el Partido donde no existe un voto de bancada.
“Es un partido de suma cero, llega uno, se va uno, entonces así no se avanza, así no se acumula. Es un partido de restas y sumas”, concluyó el experto Fernando Giraldo.
Para poder competir en las próximas elecciones legislativas y poderse mantener vigente, el Partido Verde deberá definirse políticamente para que pueda volver a enviar un mensaje claro a la opinión pública que les garantice votos. Éstos los conseguirán si dicho mensaje es sólido y claro. Pero por lo pronto, la colectividad deberá trabajar arduamente para volver a entusiasmar parte del electorado que una vez su subió a 'la ola'. 

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