“Una familia unida es el pilar para transformar a Colombia”: Karina Espinosa

Karina Espinosa Oliver es una mujer reconocida en la política de Sucre. Su liderazgo lo lleva a cabo, hace años, en varios cargos públicos de su región. Recientemente ejerció como gestora social de su departamento y ahora aspira al Senado de la República, un cargo de representatividad nacional, para lo que está recorriendo ciudades, municipios, corregimientos y veredas de la Costa Caribe.

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Para aquellos que aún no la conocen, ¿cuál es su proyecto político parlamentario?

En el Senado quiero ser instrumento en los 4 años para nuestra región sea diferente. Un territorio donde se le brinde a los niños una crianza amorosa, donde el abuso sexual no tenga cabida, donde no haya mujeres violentadas, donde los adolescentes sean conscientes de que la droga no es el camino y que pueden hacer un plan de vida distinto.

Como gestora social de Sucre trabajé fuertemente para erradicar aquellas dinámicas donde el matoneo no acabe con niños y jóvenes, donde no tengamos niños ni adultos desnutridos, que las personas discapacitadas sean incluidas en todos nuestros programas y donde nuestros adultos mayores sean tratados con respeto y amor.

¿A quiénes se refiere?

El servicio social está demostrado que se puede hacer bien cuando se tiene el compromiso de impactar y cambiar vidas de mujeres maltratadas, niños abusados, personas que no pueden salir de las drogas y personas que son matoneadas física y psicológicamente. Esos silenciados merecen que la política transforme las dinámicas de la sociedad con valores como el respeto.

¿Cómo fomentarlo?

Transformando la cultura ciudadana de violencia que hay en este país resultante de las drogas, por los problemas intrafamiliares y las circunstancias económicas. Es la gran apuesta, una transformación social, macro, integral y sostenible. Siempre priorizando nuestra Región Caribe como un territorio de departamentos hermanos.

Esos se logra disminuyendo las brechas sociales, construyendo vivienda y vías. Potenciar el agro. Que la industria llegue a la ruralidad; y apostándole a un turismo sostenible, ecológico, gastronómico, religioso y cultural. Desde La Guajira hasta Córdoba.

Pero todo esa transformación comienza desde las instituciones educativas. Una reforma al modelo educativo integral y que trascienda fronteras físicas y psíquicas. Fomentar los valores personales y productivos, fomentando el emprendimiento económico, la inteligencia emocional y la armonía y el respeto entre la ciudadanía.

Cambiar ese chip mitigará la inseguridad, la violencia, el matoneo y la falta de oportunidades; y fomentará la familia, la movilidad social y la evolución de los individuos de nuestra región. Estos son procesos que pueden durar hasta 20 años, pero debe comenzarse ya, las estadísticas de violencia son galopantes y no dan tregua.

Al culminar mi paso por el Congreso con el favor de Dios, quiero ser recordada como alguien que trabajó de manera incansable por volver a los orígenes, a esa familia que respeta y está unida. Hemos perdido ese tejido que incide tanto en la dimensión social de los seres humanos.

Luchar por una familia unida, con mujeres empoderadas que, a la par del hombre, avanzan juntos bajo valores como el respeto y el ímpetu de sacar adelante sus hogares, influyendo, en un efecto dominó, en una mejor sociedad en sus barrios, pueblos, ciudades y en el país.