La radio, más allá de ser uno de los medios de comunicación más utilizados por las personas para mantenerse informadas, se ha convertido en una herramienta para rescatar jóvenes en El Carmen de Bolívar.
Así lo afirma Luis Miguel Lambraño, profesor de la Institución Educativa Técnica Ecológica Emma Cecilia Arnold (IETECA), quien a través del programa radial “Chicos de Barrio” busca, junto a otros profesionales, transformar la vida de niños y niñas desorientados.
Es por ello que desde el año pasado se dieron a la tarea, junto a un grupo de exalumnos, de construir y realizar el programa, que les ha permitido apoyar a muchos chicos para que superen las crisis en que se encuentran.
Lambraño sostiene que lograr que un menor cuente su historia cada ocho días por medio de los micrófonos, es evitar que sigan aumentando las cifras de adolescentes que ponen sus vidas en riesgo.
“Muchas veces creemos que solo los que viven en sectores vulnerables toman decisiones que nada bueno llevan a sus vidas, y estamos equivocados, las dificultades y las tentaciones están en cualquier parte, y es por ello que a través de las voces de los mismos protagonistas buscamos que todos reaccionen”, precisó.
Asegura que durante el tiempo que llevan al aire, la historia más fuerte ha sido la de Martha, una estudiante que desde los 11 años comenzó a ser abusada sexualmente por un miembro de su familia.
“Trabajar sobre esa problemática, desarrollarla con los protagonistas reales, ha sido para nosotros un logro muy importante, porque la menor ha comenzado con ayuda profesional a superar los daños que le provocó esa situación”, sostuvo el docente.
El relato y el ejemplo de la alumna ha servido para que otros personas, cuyas identidades son reservadas por el temor que tienen a ser rechazadas, se decidan hablar y buscar ayuda.
Martha es el mejor apoyo que tiene “Chicos de Barrio”, ya que una forma de seguir superando su dificultad es convencer a otros de que hablar es una forma de liberarse de todo lo que les hace daño.
“Antes de contar mi historia tenía una vida que no me gustaba, discutía mucho con mi hermana mayor, me cortaba las manos, consumía alcohol y podía durar horas sin hablar, caminando en círculos en la sala de mi casa, hasta que decidí contar lo que me estaba pasando”, relató la estudiante.
Sostiene que no es fácil, pero que ayudar a personas de su misma edad y con dificultades parecidas a las de ella se ha convertido en un medio para liberarse de sus temores. “Un gran paso para mí es que después de tres años pude volver a estudiar y aquí estoy terminando mi bachillerato”, dijo la joven.
El profesor resaltó que diariamente realizan un trabajo de búsqueda de historias, porque hay muchas, pero concretar una para desarrollarla en cada emisión es un reto, porque hay personas que, aunque quieren hablar, temen que las identifiquen.
Para ellos es difícil aceptar que están inmersos en la drogadicción, la prostitución y la delincuencia, y por eso han querido hacer de la radio una herramienta que les permita salvar vidas y poder ayudar.
“En la institución educativa tenemos muchos casos de estudiantes que están atrapados en ese oscuro mundo, con los cuales hacemos un trabajo diario porque la mayoría de los padres desconocen lo que realmente hacen cuando salen de las casas y poco a poco van hablando de lo que les sucede”, añadió el docente. Por ello que en el equipo hay una trabajadora social y una psicóloga que los apoyan con los protocolos que deben desarrollar, porque cada caso requiere de una atención diferente.
Melisa Lara es la trabajadora social y señala que el reto diario es lograr que con las rutas que han desarrollado los jóvenes acepten su problema, pero también busquen la atención que necesitan para superarlo.
Cada vez que el programa sale al aire, cada ocho días, reciben mensajes y llamadas de menores que quieren contar lo que les pasa, pero para lograrlo deben adelantar un proceso complejo.
El programa se emite los martes, de 6 a 7 de la noche, en una emisora local. Es un espacio de participación donde los jóvenes son los protagonistas de sus propias historias.
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