Bolívar


El aguacate antillano necesita dolientes

En las últimas décadas la producción de aguacate antillano en Montes de María ha disminuido en un 50 %, dejando gran parte de la economía devastada. Sus cosechadores piden esclarecer qué acaba con la especie y mayor apoyo del Estado.

SOFÍA FLÓREZ

04 de febrero de 2019 12:00 AM

Todos tenemos algo que nos identifica, nos motiva, algo que no estaríamos dispuestos a perder, y que seguramente estará determinado por nuestra cultura, creencias o simplemente nuestros gustos. Es decir, si le preguntáramos a un niño de seis años ‘¿qué no quieres perder?’, quizás mencionará su juguete favorito. Un aficionado de los carros, tal vez, se refiera a algún vehículo último modelo. Pero si esa pregunta se la hiciéramos a alguno de los 2.461 finqueros de los Montes de María que perdieron alguna de las casi 6 mil hectáreas de aguacates que murieron durante la última década, al parecer, por problemas fito sanitarios, seguramente responderían al unisono: “no queremos perder el aguacate”.

Y no es para menos. Allá en la Alta Montaña, cuyas tierras fértiles son conocidas, entre otras cosas, por dar un aguacate que muchos calificaban como el mejor del país. Este ostentaba el rotulo de ‘oro verde’ y durante la década de los sesenta -según consta en un estudio del Banco de la República- se convirtió en fuente de ingreso importante. Tanto así, que los municipios productores en los Montes de María se consolidaron como la mayor zona productora del país, mientras el aguacate se catapultaba como el producto que más renta y bienestar ofrecía al campesino.

“El aguacate era la economía principal, del aguacate dependía mucha gente, el finquero, el que lo bajaba, el que lo transportaba y cuando venía la cosecha estábamos de fiesta. A la gente le gusta el aguacate nuestro, no podemos dejar que se pierda”, refiere con esperanza Aroldo Canoles, uno de los coordinadores del proceso de reconciliación de la Alta Montaña y cultivador de aguacate antillano o criollo, como le llaman.

“No podemos dejar que se pierda”, esas palabras de Aroldo reflejan el temor de la mayoría de sus coterraneos, como Jorge Pérez, en el cerro La Cansona o Honey Oviedo en la vereda El Floral. Ellos temen perder su producto insigne, y no se trata de un temor infundado, pues un reciente trabajo realizado por el programa Riqueza Natural, de Usaid, refleja cómo durante los últimas décadas el cultivo de aguacate antillano o criollo disminuyó a pasos agigantados, dejando una economía agraria destruida a la vista de todos, peor aún sin solución definitiva.

“La producción en la subregión ha sufrido una tasa de decrecimiento anual de 6,27 %. Así, se ha pasado de producir 43.730 toneladas en 2007, a 22.162 toneladas en 2017, es decir, la producción se ha reducido a la mitad en la última década”, reposa en el documento.

Científicamente, la razón de este decrecimiento tiene un solo verdugo: el hongo Phytophthora cinnamomi. Este pudre las raíces de los árboles de aguacate y parece haberse ensañado en la zona. Así lo aseguran algunos estudios realizados por el ICA, sin embargo, entre los afectados rondan otras hipótesis como la violencia o la suplantación del patrón original del cultivo.

“Desde los años 80 empezó una plaga en la zona pero nadie le puso atención, ya en los años de la violencia, del 90 en adelante, se incrementó la muerte del aguacate. Entre 2005 y 2006 hubo devastación de aguacate, se murió la mayor cantidad, dicen que es un hongo, pero como en la zona había tanta guerrilla, ellos se cubrían en los arboles de aguacate y no los podían detectar, creemos que les regaron glifosato a esas zonas porque fue donde más se murió el aguacate”.

Hongo, guerra o mala suerte, lo cierto es que la calidad de vida de las familias campesinas ha desmejorado en un gran porcentaje tras la perdida del aguacate, a pesar de los esfuerzos realizados desde el Ministerio de Agricultura para proteger los árboles o sustituirlos por otros productos como el cacao, pues estos han sido múltiples, pero dispersos.

“No hemos podido encontrar una economía que reemplace el aguacate en la región. El Estado y las ONG han hecho esfuerzos por meter proyectos como cacao, pero no es la solución porque el aguacate es irreemplazable”.

Las peticiones

Hoy el pronostico de reactivar los cultivos parece incierto, mientras los cultivadores y el gobierno departamental esperan la venia del Gobierno nacional para que esto sea una realidad y se construya un plan de acción para recuperar esta especie, tal como ha ocurrido con cultivos como el café, la papa, entre otros. El silencio del Gobierno nacional atemoriza a quienes por tradición han dedicado su vida a esta actividad, que tal vez para los que se mueven entre la peripecia de las urbes, podría representar una nimiedad, pero para ellos se trata de su cultura, a la cual se niegan a renunciar y que la gastronomía Caribe reclama.

Entre tanto, se sabe que la demanda mundial de aguacate en fresco y procesado crece al 3 %, mucho más rápido que la producción. Asimismo, el precio internacional muestra un crecimiento sostenido desde 2013 del 4 %, cifras que alientan a sus cosechadores a seguir la lucha por el aguacate, que tiene mercado asegurado. Pero para dar esta lucha aseguran que necesitan la intervención del gobierno, para recuperar el cultivo, crear proyectos de inversión integral que estén acompañados del manejo fitosanitario, buenas prácticas agrícolas, arreglo de la malla vial y la construcción de un acuerdo para establecer los viveros.

“Queremos encontrar una solución y recuperar nuestros cultivos de aguacate porque eso fue lo que aprendimos y queremos enseñarle a nuestros hijos, tenemos las tierras, solo necesitamos apoyo”, Honey Oviedo.

Este dijo que el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) se está quedando corto en sus intervenciones y las universidades tampoco están realizando investigaciones sobre el problema que afecta los cultivos. También expresó que el mal estado de las vías terciarias sigue siendo un obstáculo. “Existen mas de 60 ramales que son los que alimentan la Transversal de Montes de María y un carro no puede acceder, hay que hacerlo a lomo de bestia. Hemos perdido cosechas porque el transporte nos cuesta más que lo que cuesta un bulto”, explicó Oviedo, quien debe recorrer dos horas a pie desde la vereda El Floral para conseguir algún transporte.

Trabajar por una mejor articulación

Danilo Contreras Guzmán, secretario de Agricultura de Bolívar, explicó que desde el inició del gobierno del “Bolívar sí avanza”, el gobernador Dumek Turbay Paz ha puesto su atención en este tipo de fenómenos, buscando cómo trabajar para que los productos autóctonos de la región tengan más representatividad y para eso se han concentrado en llevar la voz de los campesinos al Gobierno nacional, tarea que avanza de a poco.

“Las cifras de cultivo de aguacate indican que si no hacemos algo, en una década más no habrá aguacate, por eso tenemos que resolver el dilema, especialmente porque son una población que confía en la reconstrucción de los tejidos sociales, debemos fortalecer esa identidad, que en el pasado le dio bienestar a tantas familias, pero no han sido suficientemente valorados e impulsados, y no solo de café o de papa vive el hombre, en los Montes de María viven del aguacate”.

En miras de obtener las herramientas suficientes para atender la problemática del aguacate criollo, le enviaron una carta al

Ministerio de Agricultura, para lograr una mesa de trabajo en El Carmen de Bolívar en la que se aborde el tema.

El funcionario indicó que lo que pretenden es que todas las entidades responsables definan un plan de acción para encontrar de una vez por todas la solución que frene el hongo fitóftora, que ha provocado la disminución de los cultivos, e iniciar la recuperación del aguacate antillano.

“En la reciente la visita del Minagricultura le insistimos en la necesidad de que él mismo convoque a las cabezas del sector agropecuario para dedicarnos a hacer un plan de acción para el rescate del aguacate antillano”.

Contreras agregó que actualmente no existe la suficiente articulación entre las entidades, por lo cual no se han visto resultados impactantes en la recuperación del aguacate.

“Es necesario mejorar los canales de comunicación entre las distintas entidades locales, departamentales y nacionales, y así fortalecer las organizaciones. La mesa pretende mejorar los canales de comunicación entre el Estado y pequeños productores.

“Queremos reiniciar un camino, ver los esfuerzo positivos y ver las debilidades para apoyar mucho más. Para eso necesitamos que el Gobierno vuelva su mirada en nuestros agricultores, no puede ser que la mayor parte de los presupuestos sigan yéndose a cinco departamentos, cuando aquí tenemos tantas ventajas competitivas que constituirían a Bolívar en toda una plataforma de desarrollo del cluster alimentario, pero para eso debemos ir al detalle de las cadenas”.

La mesa de trabajo propuesta por el gobierno departamental esperan realizarla a finales de febrero o a principio de marzo.

Pero mientras eso ocurre, Aroldo, Jorge, Honey y cientos de cultivadores más seguirán haciendo sentir sus voces y trabajando porque el aguacate no siga muriendo, para que nuca falte el aguacate en la mesa.

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