Pocos son los acueductos en el departamento que recaudan más del 40 % de lo que deberían cobrar mensualmente. La razón, explican gerentes de varias empresas de servicios, es que la cultura de pago es muy baja entre los usuarios, muchos de los cuales se escudan en el mal servicio, pero este tampoco se puede mejorar si no mejoran los ingresos en los recaudos.
De peor a mejor, están los acueductos en APC de la región de Loba, los del norte del departamento y después, aunque no menos alarmante, los acueductos más nuevos, como el de El Carmen de Bolívar, que apenas cumplió tres años de entregado.
Barranco de Loba
Enrique Ballesteros, gerente de Cooserbar, la cooperativa que opera el servicio de acueducto de Barranco de Loba, asegura que la nula cultura de pago en este municipio está tan generalizada que solo alcanzan a recoger el 15 % de la facturación.
“De una cartera de 12 millones de pesos, solo recogemos como 2 millones de pesos, porque en toda esta zona de Loba es muy difícil hacer control del consumo, pago y legalidad”.
Ballesteros explicó que los usuarios no están controlados por medidores y la conexión directa facilita el fraude después de un corte, pues los vecinos pueden compartirse agua entre ellos o reconectarse con facilidad, por lo que “más demoramos nosotros dando la vuelta, que ellos pegándose otra vez a la tubería”.
Al no tener medidores, el consumo de todos se promedia en 10.700 pesos mensuales, que van dejando una cartera anual por más de 100 millones de pesos muy difíciles de recuperar.
Mahates y Calamar
William Martelo, gerente de Giscol Dique, empresa operadora del acueducto en estos dos municipios, explicó que la cartera de la empresa incluso ha impedido el pago oportuno de la nómina y los servicios de energía, suministrados por Electricaribe.
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“Son 30 millones de pesos que en Mahates se generan por facturación, de los que en realidad recolectamos 6 millones de pesos. En Calamar es mucho más crítico porque de los 70 millones de pesos mensuales que deberíamos recoger, nos llegan 2 o 3 millones de pesos mensuales ”, comentó Martelo.
Los usuarios conectados en Mahates son unos 2.500, más esos sectores en los que el agua no llega regularmente y que no pagan el servicio.
El Carmen
En El Carmen de Bolívar, la empresa de acueducto Acuecar tampoco tiene buenos números. El agente especial Jesús Angulo explicó a El Universal que en este momento la operación del acueducto está apalancada con los recaudos, los subsidios y una parte de créditos, pues el promedio de recaudo mensual está en el 40 %, porcentaje que ha ido aumentando con diferentes estrategias.
La cartera de Acuecar es de 1.200 millones de pesos, en su mayoría ubicados en usuarios de estratos 1 y 2. En total, la empresa tiene conectados a 12 mil 413 usuarios, el 99 % del casco urbano del municipio.
Sin crecimiento
En Barranco de Loba, las instalaciones del acueducto tienen 50 años. El gerente contó que con esa infraestructura obsoleta, el trabajo de todos los operarios debe ser doble, pero aun así no alcanzan a mantener el servicio las 24 horas.
“Nosotros trabajamos todo el día, pero las albercas son muy pequeñas y no crecemos porque no hay dinero para ampliar o invertir. Eso hace que hagamos bombeos sectorizados y la gente no ve el esfuerzo, sino que decide no pagar porque es un mal servicio, agravando el problema”, resumió Ballesteros.
Miguel Torres, gerente de Aguas de Bolívar, explicó que en todo el departamento, los ingresos por recaudo no superan el 35 % y que la prestación eficiente de los servicios públicos solo es posible en la medida que los prestadores cuenten con los recursos para cubrir sus costos administrativos, de operación y mantenimiento, así como para hacer las inversiones necesarias.
“Las fuentes de recursos de los prestadores son los subsidios que transfieren los municipios y los recaudos que se realicen entre los suscriptores por la prestación del servicio y, en definitiva, si no se logra mejorar el recaudo de lo facturado, resulta poco probable sostener una eficiente prestación”, comentó Torres.
Jesús Angulo, de Acuecar, aseguró que aunque la empresa está trabajando con un equipo para generar el sentido de pertenencia por la empresa, las administraciones también deben hacer frente al desempleo, la falta de oportunidades y la poca cultura de pago, para darle solución definitiva a estos factores.
Las campañas de pago
La situación financiera ha hecho que todos los acueductos mencionados intenten establecer acuerdos de pago con los usuarios. En El Carmen aplican la campaña “Acuecar en tu barrio”, que traslada equipos interdisciplinarios a todos los sectores del municipio donde atienden PQR y hacen cobros puerta a puerta; hacen charlas educativas en los colegios para crear sentido de pertenencia con la empresa y recalcar el uso eficiente del agua. Finalmente, cuando no logran el pago por otros medios, activan procesos ejecutivos de cobro ante los juzgados.
En Mahates y Calamar, la situación es más difícil, pues esos cobros puerta a puerta ya no son efectivos e incluso tienen problemas con la llegada de los subsidios estatales con los que están sosteniendo la empresa.
“En Mahates el giro directo del subsidio, que hace el Gobierno nacional, no ha llegado este año. Nos están debiendo de enero a mayo y tenemos a los empleados rebotados, que nos van a hacer paro, porque no les hemos pagado tampoco”, lamentó Martelo.
En Barranco, las campañas tampoco funcionan. Aunque ofrecen hasta el 50 % de descuento en las deudas, no recogen suficiente, por lo que también tienen una millonaria deuda con Electricaribe.
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