Eran las 6 de la mañana de ese 1º de enero de 1994 cuando Martín Mestre Yúnez se despertó asustado. Algo no estaba bien. Su hija Nancy, de 18 años, no había regresado a casa a pesar de que le había dado permiso para que regresara a las 3 de la madrugada. Su amor de padre le decía que algo le había sucedido.
El 31 de diciembre de 1993, su hija Nancy Mestre Vargas le dijo que había pasado el examen de inglés y que pronto viajaría a Estados Unidos. La noticia encerraba la alegría y la tristeza al mismo tiempo: la primera porque había aprobado el examen y la segunda porque pronto los dejaría para irse al extranjero.
Ese mismo día Nancy les pidió permiso a sus padres para que después del feliz año la dejaran ir a la casa del que era su novio: Jaime Enrique Saade Cormane, 13 años mayor que ella, pero su padre no lo sabía. Iban a una cena familiar. A la 1 de la madrugada él llegó en una camioneta a buscarla. Era la tercera o cuarta vez que Martín Mestre lo veía y antes de que se fueran le dijo que la cuidara y que la regresara a las 3 de la mañana. Fue la última vez que la vio con vida.
Por eso ese 1º de enero, cuando Martín Mestre notó que su hija no había regresado a casa, lo primero que se le vino a la cabeza fue ir a buscarla en algunos sitios de la ciudad donde habría podido ir. Como no la encontró salió a la casa de los padres del novio de la hija, en la carrera 49C con calle 85, norte de Barranquilla.
El señor Mestre ha narrado tanto a los medios de comunicación como a las autoridades que él llegó a la vivienda y encontró a la madre de Jaime Enrique Saade Cormane trapeando la casa. Dijo que no prestó mucha atención a lo que estaba limpiando, sólo le interesaba saber dónde estaba su hija Nancy. La señora Cormane le dijo que la jovencita había tenido un accidente y que la habían llevado a la Clínica del Caribe, cerca del lugar donde estaban hablando. Lea: Tras 26 años de fuga, capturan en Brasil a hombre que asesinó a mujer en Barranquilla
La corazonada que había tenido se estaba haciendo realidad: cuando llegó a la clínica le dijeron que Nancy la estaban operando porque había recibido un tiro en la cabeza. Desde entonces el mundo se le vino abajo. La niña de sus ojos estaba luchando contra la muerte, de la cual no pudo escapar, porque el 9 de enero de ese 1994 los médicos le informaron que Nancy había muerto.

La noticia no se había divulgado mucho en Barranquilla porque inicialmente se pensó que se había tratado de intento de suicidio. Pero el señor Martín Mestre no se lo creyó nunca. Los exámenes forenses arrojaron la verdad: había sido violada y asesinada. Y el responsable era Jaime Saade Cormane, quien desde el mismo día de los hechos se escondió y se escapó. Su apoderado, un prestante abogado de la ciudad, dijo en ese entonces que pronto se entregaría, pero nunca ocurrió. Fue condenado a 27 años de cárcel, aunque nunca compareció ante los tribunales.
El 11 de enero de ese 1994, Martín Mestre Yúnez, en la tumba donde acababa de enterrar a su hija Nancy, le juró que no se cansaría hasta no encontrar y encarcelar al responsable de su asesinato. Y desde entonces, por todos los medios que pudo, insistió y persistió hasta que las autoridades lograran expedir una circular roja en contra de Jaime Saade Cormane.
El señor Mestre Yúnez conoció que Jaime tenía un hermano en Brasil y eso fue el indicio de que algo podía pasar. Y así fue como se empezó a tejer la manera de atraparlo, pero la labor no era fácil en un país tan extenso como Brasil. La Interpol tuvo pistas de un hombre que tenía características parecidas con las fotos que les habían suministrado desde Colombia. En efecto dieron con su paradero en Belo Horizonte, pero no llevaba el mismo nombre. Se llamaba Henrique Dos Santos. Se hacía pasar por médico y estaba casado con una nativa. Lea: Caso Nancy Mestre: capturaron a Jaime Saade en Brasil
Los investigadores recibieron desde Colombia la carta dactilar de Jaime Saade Cormane. Y unos peritos lograron obtener la huella de vaso de vidrio que había dejado y que recopiló la policía brasileña. Se pudo comprobar que en efecto las huellas coincidían y entonces se procedió a darle captura, pero por identidad falsa. Fue el 28 de enero de 2020, en plena pandemia por el nuevo coronavirus o COVID-19.
La noticia se la comunicaron desde Brasil al señor Martín Mestre, quien no podía creerlo. Le estaba cumpliendo la promesa que le hizo a su hija Nancy. Veinticinco años después se estaba haciendo justicia. Pero las cosas no han sido fáciles, porque a pesar que desde Colombia se surtieron todos los trámites para que lo extraditaran, en 2020 el Supremo Tribunal Federal de Brasil la negó porque dos la avalaron, dos la negaron y un quinto se abstuvo de votar. Otro golpe duro para la familia Mestre Vargas.
El señor Martín Mestre siempre confiaba en que se iba a hacer justicia. Apeló la decisión y el 18 de abril de este año, después de una nueva votación, el Supremo Tribunal Federal de Brasil confirmó que Jaime Saade Cormane debe ser extraditado a Colombia para que venga a pagar los 24 años de cárcel que le fueron ratificados por acceso carnal violento y posterior asesinato de Nancy Mestre Vargas, por hechos ocurridos ese fatídico 1º de enero de 1994.
El pasado lunes 1º de mayo, la Policía Federal de Brasil, en el municipio de Merechal Deoro, en Alagoas, confirmó otra captura a Jaime Saade Cormane, que al estar pedido en extradición y con la aceptación del gobierno brasileño para hacerlo, es posible que en las próximas semanas o meses lo extradite y venga a purgar su condena en Colombia.
Martín Mestre Yúnez considera que hasta ahora ha hecho todo lo que pudo para lograr que se haga justicia por su hija, pero que aún no está del todo satisfecho hasta tanto no lo vea tras las rejas. Advierte, que, si por cuestiones inesperadas que puedan suceder, Jaime Saade Cormane huye o se escapa, lo buscará hasta atraparlo y así cumplir con la promesa que le hizo a su hija Nancy.
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