La cocina es considerado hoy un oficio que es capaz de convertirse en arte. Ya se estudia en escuelas especializadas y son uno de los programas más divertidos para ver en televisión.
Además, expertos han señalado que los niños y niñas se benefician de esta actividad que estimula su cerebro y promueve incluso sus procesos matemáticos.
El sicólogo Ernesto Pimental añade a esta amalgama de posibilidades positivas que los niños encuentran al cocinar, que es también terapéutico para ellos.
“La repostería es utilizada cada vez más por los terapeutas ocupacionales como una herramienta excelente para el tratamiento de una amplia gama de trastornos infantiles. Las sesiones infantiles de repostería están pensadas para facilitar el desarrollo del máximo potencial terapéutico, lo que ayuda a niños con diversos trastornos sicológicos a afrontar con más garantías los desafíos que su día a día le plantea”.
Y, como un plus para ellos, les permite aumentar su autoestima, desarrollar valores intrapersonales y de manejo del tiempo.
Entonces, ¡a cocinar en familia!.
Sandra Alejo
Sicóloga especialista en Desarrollo Infantil
La vocera de la marca de detergentes Fab en la campaña ‘La cocina: un centro de estimulación en casa’ y que busca promover la práctica de cocinar para acercar a padres e hijos, le contó a esta casa periodística por qué esta actividad es importante para los niños y niñas en su proceso de desarrollo.
¿Por qué es importante que los niños y niñas conozcan sobre la cocina?
“La cocina es un mundo mágico. Muchos de sus elementos estimulan los canales sensoriales desde muy recién nacido el bebé, incluso desde que la mamá está esperándolo. Oler, diferenciar un aroma de otro, saborear, oír los sonidos de los instrumentos que usamos en la cocina son estimuladores y maravillosos para la vida intrauterina. Cuando el bebé nace, además de la lactancia materna, es muy rico que el bebé huela las frutas, las esencias porque su cerebro está madurando. Cuando el niño o niña entra al jardín va a empezar a hacer agarres de la crayola, del lápiz y qué rico que empiece por texturas, por darle la harina para que juegue, hacerle agarrar las pastas para que empiece a formar la pinza para escribir. La aritmética también se puede trabajar con las verduras, quitar las cáscaras de las frutas desarrolla la motricidad fina”.
¿Por qué es importante este contacto con la comida hoy?
“Alimentarse bien y tener una vida saludable es el boom de hoy, pero un 80% de las personas no conocemos los alimentos, no los amamos, sino que los consumimos porque nos tocó, porque el médico lo prescribió, porque es ya definitivamente la dieta que tengo que seguir. Hago los batidos, tomo las frutas, como las verduras, pero no porque se goce o se disfrute. La relación con la comida desde la infancia es una manera de empezar a crear realmente una calidad de vida distinta para los niños”.
¿A qué edad acercar a niños y niñas a la cocina?
“La cocina tiene elementos como el fuego, cuchillos y tenedores, pero cocinar debe ser una actividad que acompañan los padres o los adultos responsables. Como en todas las actividades de maduración de un ser humano, los padres van notando cómo el niño, con su habilidad motora, con su pensamiento ya formal de entender cuál es el peligro para él, maneja el proceso de cocinar. No les estamos diciendo a los papás que los hijos mayores deben ser los responsables de preparar la comida y cuidar a sus hermanos. Estamos hablando un contexto totalmente distinto. De que aquella mamá que llega cansada y tiene que preparar la comida, le diga a su hijo ‘pica tú las arvejas, cuéntame tú los pocillos de arroz, colócame las papas en esta agua’. Es cómo uno como padre va acompañando ese proceso y esto sucede en cualquier contexto de la vida”.
¿Cómo atraer a los niños cuando no les llama la atención?
“Como el arte, como la música, no hay niño que se resista. Los papás somos los modeladores y moduladores de las conductas de los niños. Si no promovemos en un niño el deporte pues no les gusta el deporte, pero no hay un niño que no diga absolutamente no a ningún deporte, voy a hacerlo, porque existe la condición del juego para cualquier actividad que uno como padre quiere modular para que el niño la inicie. No es una tarea castigo. Qué niño no se pone contento si le proponen preparar sándwich o pizza para ver la película el fin de semana. No hay niño que se resista ante ese plan, todo depende de la forma como los papás presentamos esas posibilidades o esos ambientes”.
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