Hoy, los adolescentes atraviesan una etapa importante en sus vida, en medio del auge de las redes sociales y tras una pandemia que confinó al mundo dos años
El experto Jean Schmitz vino a Colombia invitado por USAID, para trabajar en estrechar los necesarios vínculos de padres, hijos, estudiantes y profesores.
Con el programa Juntos Aprendemos, a Cartagena trajo su importante ejercicio de relaciones sociales, que se basa en conectar a los participantes para conocerse, y entenderse de una mejor manera.
Schmitz es formador internacional de la Escuela Española de Mediación y Resolución de Conflictos en justicia y prácticas restaurativas. De ascendencia peruana y belga, tiene más de 20 años de experiencia de trabajo con adolescentes y familias en situación de riesgo y vulnerabilidad.
“Durante la estadía en Cartagena trabajamos con la Secretaría de Educación sobre el tema de salud mental. Me invitaron para tener espacios de conversación con padres y madres de familia, docentes, estudiantes y profesionales”, señala.
La dinámica de Schmitz consiste en armar círculos de entre 24 a 35 personas “la forma de círculo permite a los participantes conectar, crear confianza, brinda seguridad y sensación de pertenencia de grupo”, explica.
Con dinámicas y humor conversan sobre los temas que más le interesan y uno de los tópicos que más salió a relucir, según el experto, fue el de la salud mental.
“Nuestros hijos después de la pandemia son diferentes, se pensó que al regresar del encierro las cosas se iban a arreglar pero algunos son bastante impulsivos, reactivos, jóvenes que se enojan fácilmente. Todo eso porque han acumulado bastante durante los meses de confinamiento. Una de las cosas que se abordó fue cómo acercarnos a ellos. Hubo falta de contacto con sus padres y algunos se metieron mucho en el mundo virtual”, dice el experto.
Siendo Cartagena una ciudad expuesta a peligros de trata de personas, prostitución, violencia, se debe hablar con nuestros hijos. Hablar de verdad. (Le puede interesar: Viruela del mono: antivirales podrían reducir duración de los síntomas)
“Una de las conclusiones en cuanto a recuperar el tiempo perdido en términos de aprendizaje, es que lo primero que hay que hacer es invertir en salud mental. En estos círculos se les da la oportunidad a los alumnos de expresar cómo la han pasado, recordemos que algunos perdieron a sus seres queridos por la pandemia, no tuvieron contacto durante meses con sus familiares y es importante que puedan sacar eso”.
Tristemente, debemos hablar de la salud mental del chico de 19 años que protagonizó el último tiroteo en Estados Unidos. Según la agencia EFE, Ramos alertó unos 15 minutos antes en un mensaje de Facebook que se disponía a disparar en un centro escolar. “En una rueda de prensa, el republicano Greg Abbott explicó que aproximadamente media hora antes del tiroteo, Ramos -como ha sido identificado el atacante- escribió en Facebook que iba a disparar contra su abuela.
“Unos minutos después, publicó otro post en el que dijo que ya había atacado a su abuela -que resultó herida de gravedad- y en un tercer mensaje, publicado un cuarto de hora antes de la masacre en la escuela, indicó que se disponía a atacar un colegio”. El saldo fue de 19 niños y dos maestras muertos en una escuela de Uvalde, Texas.
“El acoso, el bullying es preocupante. En Estados Unidos hay mucha gente que durante su infancia fue acosada y cuando explotan cobran venganza con cualquiera. Por eso en cualquier colegio es importante crear espacios sanos, seguros, fuertes, círculos donde las personas sientan que tiene voz y puedan expresar lo que sienten, lo que piensan. Los adolescentes saben muchas cosas, es importante escucharlos”.
Durante el ejercicio del experto con jóvenes pudo notar que las redes sociales llegaron para hacer parte de la vida de la gente hoy y no hay marcha atrás, lo que podemos es hablar de ellos de los riesgos y beneficios. “Hay que vivir con la tecnología y seguir como seres humanos, tocarnos... parece que los jóvenes cada vez más están en la virtualidad y cuidado porque hay padres que esto les conviene, que los ponen frente a las pantallas (para que se entretegan) pero no miran lo que están haciendo.
Este tipo de espacios terapéuticos como los que lidera Schmitz, deben abrirse cada vez más. Él motiva a las secretarías de educación a que los pongan en práctica, “esto no es perder tiempo, es invertir en relaciones sociales”, anota.
Existen estudios como el de la Royal Society for Public Health y el Young Health Movement, que han comprobado que las redes sociales y aplicaciones digitales de interacción, tienen incidencia en la salud mental de las personas. Por eso la importancia de que estos espacios virtuales mantengan un ambiente ameno y sano para los usuarios.
Ser adolescente es difícil en cualquier circunstancia, pero la enfermedad por el coronavirus (COVID-19) hizo que resultara aún más difícil. Debido al cierre de las escuelas y a la cancelación de eventos, muchos adolescentes se perdieron algunos de los momentos más hermosos de su juventud, además de experiencias cotidianas como charlar con los amigos y participar en clase. Según Unisabana, los trastornos mentales más frecuentes están asociados a la depresión y a la ansiedad; los más afectados son los adolescentes y las mujeres.
Algunos de los datos que arrojó la encuesta demostraron que los más recurrentes entre los siete y los 11 años se asocian al déficit de atención y a la ansiedad por separación; en los adolescentes entre los 12 y los 17 años predominan la fobia social, la dificultad para comunicarse con otros y la depresión.
Preocupa que el 6.6% de los niños encuestados han pensado en el suicidio, siendo esto más frecuente en los varones. Un informe del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses indica que de enero a abril del 2019 el 11% de las muertes totales (786) se dieron por suicidios, de los cuales 149 casos fueron niños y adolescentes entre los cinco y los 18 años.
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