Salud


La enseñanza que les dejó la pandemia: Todo pasa y de todo se sale

Una psicóloga nos cuenta como vivieron la pandemia los adultos mayores y cuáles fueron las repercusiones emocionales que dejó en ellos.

EFE

08 de diciembre de 2021 09:30 AM

Ser resilientes significa adaptarnos positivamente frente a la adversidad y de eso, las generaciones precedentes, saben mucho.

Han pasado el trauma de una guerra y la miseria de la posguerra, transitaron durante largos años por un país devastado y desértico donde no había casi de nada, pero consiguieron aprender de los errores del pasado y nos legaron con ingente sacrificio, esfuerzo y grandes dosis de determinación un país pacificado, próspero y democrático.

Estamos ante personas muy entrenadas en lidiar con circunstancias extremas y en poner en marcha los recursos psicológicos que les ayudaron a sobrevivir y a salir con grandeza hacia adelante.

Ann Masten, psicóloga docente de la Universidad de Minnesota y experta en resiliencia, la describe como una capacidad que desarrollamos a lo largo de la vida.

Durante nuestro desarrollo evolutivo somos progresivamente expuestos a desafíos que nos generan diversos niveles de estrés y que nos resultan manejables.

Vamos aprendiendo a conocernos mejor a nosotros mismos, a descubrir y desarrollar recursos y herramientas internas que nos ayudan a enfrentamos a circunstancias desafiantes.

Mayores: enorme sufrimiento durante la pandemia

Sabemos que su sufrimiento ha sido enorme durante esta pandemia y no sólo por el estado de alarma, también por las férreas restricciones que se prolongaron a lo largo del tiempo, especialmente en residencias de ancianos. Las carencias en el contacto afectivo, necesario para calmarnos cuando estamos muy asustados, erosionó su estabilidad física y emocional.

Quizá como sociedad debamos reflexionar sobre esta experiencia inusual y extraordinaria y aprender a mejorar la manera de humanizar el cuidado de los más vulnerables.

Hemos constatado como en las residencias muchos se derrumbaban psicológicamente por falta de contactos afectivos y una estimulación deficiente.

Confinados en sus habitaciones, clausurado el contacto con el exterior y alterados todos los espacios de convivencia y actividades ocupacionales comunes dentro de las propias residencias, nos encontramos a ancianos que pasaron muchas horas solos. (Lea aquí: Por pandemia, ancianos aprenden a hacer compras en línea)

Comían en soledad, sin sus terapias ocupacionales, sin su iglesia, sentados y alejados en los salones donde antes charlaban y hacían actividades, distanciados en sus paseos por los pasillos como zombis tristes y, además, cuando se encontraban tenían el hándicap de que muchos no oían ni veían bien y, no poder acercarse unos a otros, desanimaba cualquier conversación.

Ya en su día, la British Psychological Society asesoró al Gobierno británico para que fuera cauto en las recomendaciones hacia los mayores de permanecer en casa y aislados, y que se basaran en las condiciones médicas de la persona y evitara así aplicar el rasero de la edad, ya que el aislamiento en mayores conlleva graves consecuencias de deterioro físico y mental y reduce en un 26 % la esperanza de vida.

Pero lo que esta pandemia ha evidenciado es que la resiliencia no es únicamente una cuestión propia, sino que cada persona es un sistema en interdependencia con otros sistemas.

Ahora, cuando somos conscientes de cuánto dependemos del apoyo de otros, de cuán vital es nuestro sistema nacional de salud y de que los servicios de emergencia funcionen, de que tengamos personas en nuestras familias y comunidades que nos brinden su afecto y apoyo”

Afirma Ann Masten.

Cuatro ancianos cuentan sus vivencias

Efe Agencia de Noticias habló con cuatro ancianos de más de 80 años que nos han contado su experiencia: Gonzalo y Belia Salgado, Pilar Herrero y Mercedes López tienen 86, 85, 80 y 86 años respectivamente.

Los cuatro tienen circunstancias muy distintas. Gonzalo vive con su esposa Belia, Pilar vive sola y Mercedes en una residencia. Nos contaron cuáles fueron los apoyos fundamentales que les ayudaron a mantenerse en pie y seguir adelante incluso cuando la sigilosa muerte les rondaba:

A Gonzalo y Belia les ayudó mucho saber que si se ponían malos tenían un seguro privado médico y “allí te hacen pruebas de todo tipo, no te dejan salir si tienes cualquier mínima cosa”, y también que estaban fuera de Madrid, “en Mejorada estábamos bien, con la familia. Nadie estuvo malo”. (Le puede interesar: Ancianos piensan en la muerte y recuerdan su vida, en medio de la crisis)

Pilar nos contó: “He pasado terror porque yo vivo en Torrejón de Ardoz y por aquí cerca del aeropuerto entró todo. Además, el hospital de Torrejón estuvo a reventar. Pero, aunque vivo sola llamaba a mi amiga Celia y ella me animaba y calmaba. Y también tengo a Dios y a la Virgen conmigo, que me ayudan mucho. Nunca estoy sola. Después me obligaba mucho a cuidarme: comer bien, dormir bien y dar mis paseos cuando nos dejaron salir. Nosotros nos hemos criado casi sin nada, yo por tener no he tenido ni madre, no como los jóvenes de ahora que lo tienen todo. Tenemos mucha capacidad de sacrificio y sufrimiento. Hemos pasado mucho, antes con cualquier cosa estábamos contentos”.

Porque nadie mejor que los mayores conocen la relatividad de las desgracias y saben extraer de ellas valiosas enseñanzas.

Mercedes vive en una residencia en Carrión de los Condes (Palencia). Enfermó de Covid, pero salió adelante. Lo que más recuerda fue el apoyo de su hija que casi no le dejaba tiempo ni para pensar en lo mala que estaba de tanto llamarla. “Esto me animó mucho para salir adelante. Sabía que todavía me necesitaban aquí”.

Mercedes aprendió a usar la videollamada por WhatsApp y a enviar mensajes a sus 86 años. Esto le ayudó mucho a seguir conectada, a disfrutar de los mensajes diarios de su amiga Mari Tere que le llenaban de ilusión, a llamar a sus amigas y su hija, que organizó a las suyas para que la llamaran de vez en cuando y estuviera más distraída.

Es decir, la resiliencia la podemos nutrir y llenar nuestras reservas. Y, cuando hemos atravesado una situación traumática, nuestra capacidad de recuperación es inmensa y depende mucho de estar bien apoyados y cuidados.

¿Qué ayudó a estos ancianos/as?

Cuidar con mimo el regalo delicado de la salud y de la vida: comiendo y durmiendo bien, haciendo ejercicio.

Contactar presencial o telefónicamente con seres queridos que les ayudaron a mantenerse positivos y a regularse emocionalmente cuando la tormenta de las emociones difíciles era abrumadora.

Agradecer de corazón a la vida lo que tenían: un rayo de sol, un corto paseo, un encuentro casual, una llamada, etc.

Saber que disponían de médicos que cuidarían de su salud y no les negarán una hospitalización si fuera necesaria, que tendrían una muerte digna si llegaba el final.

Buscaron estar entretenidos y desconectar de las preocupaciones y del bombardeo de los medios de comunicación.

Una fuerte y nutrida espiritualidad.

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