En Colombia, a corte del año pasado, según el Instituto Colombiano de Medicina Legal y Ciencias Forenses, el Caribe fue la región donde más casos de abuso sexual se cometieron, con dos departamentos encabezando la lista: Atlántico y Bolívar.
Preocupa que muchas de las víctimas siguen siendo menores de edad y que cada mes ocurran en promedio 54 terribles casos. Esto, sumado a que hay abusos que no se denuncian, crean un panorama poco favorecedor para la niñez de nuestro país.
Aunque no podemos decir con certeza cuándo un menor está siendo abusado, hay señales que pueden ponernos en alerta. Liris Salas Flórez es psicóloga clínica de la Fundación Niños de Papel y nos explica:
Podemos ver, por ejemplo, niños retraídos, distantes al contacto, que pasan llorando. Eso puede ser un síntoma de un abuso brutal y agresivo.
Los síntomas o signos no siempre van a ser iguales en todos los casos de abusos, porque van a depender de los factores que los rodean.
Si la familia es funcional o disfuncional, si el abuso es por parte de la familia o una persona externa, si el abuso ha sido consentido durante largo tiempo o si fue una experiencia muy brutal.
Cuando tienen dificultad para controlar los esfínteres, o defecar cuando ya están en edad de controlarlo, podrían ser síntomas.
Si vemos a un niño que, por ejemplo, ha sido abusado por un vecino, quizá en unas tres o cuatro ocasiones, (podría ser un chico mayor que él), vemos que este niño puede ser manipulador, con un liderazgo negativo, que le gusta abusar, que expone sus partes íntimas, que tiende a tener juegos sexuales. No está retraído, pero puede estar sufriendo abusos. También podemos ver una adolescente que también ha sido víctima de abuso, actuando con liderazgo negativo.
En los niños pequeños, los dibujos dicen mucho del abuso. En sus dibujos se pintan transparencias. Quizá está vestido y se ven los genitales a través de la ropa que tiene puesta. Espontáneamente empiezan a crear situaciones a través del juego, y si uno está observando escenas sexuales, hay un indicio.
Cuando ya se ha corroborado el abuso como tal, hay familias que son reservadas y prefieren no denunciar, porque, a veces, el victimario es un primo, un sobrino, y para no dañar la cohesión familiar evitan hablar con las autoridades. También se preocupan por la retaliación del victimario.
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El trabajo psicológico con la persona abusada es importante, pues le dice a la víctima que no está sola, ayuda a moldear su comportamiento y le enseña cómo se puede defender en esa situación.