Según los expertos, la correcta alimentación tiene una relación directa con la salud y el bienestar y las necesidades nutricionales varían a medida que los seres humanos crecen. En los niños, por ejemplo, se busca aprovechar al máximo los nutrientes de los alimentos para ayudarlos a crecer y desarrollarse saludablemente. En las personas adultas la prioridad de la alimentación es la prevención de enfermedades y el correcto funcionamiento del cuerpo.
Es así que:
Una mujer en embarazo necesita nutrientes específicos para cuidar de su salud y ayudar al correcto desarrollo de su bebé. El Omega 3 y las vitaminas A, D y B son indispensables en este periodo.
El Omega 3 es un ácido graso esencial recomendado para reducir el riesgo de parto prematuro. Este ingrediente ayuda a prevenir la depresión posparto y apoya el desarrollo del sistema cognitivo y visual del bebé.
La Vitamina D, por su parte, es indispensable porque fortalece el sistema inmune y es eficaz para el desarrollo saludable de los dientes, los huesos del bebé y el funcionamiento de su corazón y cerebro. La Vitamina A y B contribuyen a la producción de glóbulos rojos y blancos en los pequeños, mientras que en las madres gestantes es clave para aspectos como el cuidado de la piel y el pelo. Dentro de este grupo también se encuentra la Vitamina B12, que ayuda a mantener sanas las neuronas y los glóbulos sanguíneos, previniendo la anemia megaloblástica que produce sensación de debilidad.
El Omega 3 también es considerado como un nutriente imprescindible en esta etapa. Además de ayudar a la formación y salud de células cerebrales, ha demostrado beneficios en relación con ciertas enfermedades como el autismo, el desorden bipolar y el desorden de ansiedad.
En la adolescencia, por otro lado, aumenta la necesidad de Vitamina B, ya que ayuda a la conversión de los alimentos en energía, y de Vitamina D para fortalecer el sistema óseo.
En la tercera edad varias funciones del cuerpo disminuyen, entre ellas la absorción de los nutrientes. Para contrarrestar este efecto, se recomienda acudir a los suplementos nutricionales.
Uno de ellos son los Fitoesteroles, sustancias de origen vegetal que se encuentran en alimentos como las verduras, los frutos secos, las legumbres, los aceites vegetales, los cereales, entre otros, que tienen como función reducir la cantidad de colesterol LDL (“malo”) en la sangre y ayudar a que el cuerpo metabolice los lípidos de una manera diferente. Con una dosis de dos a tres gramos por día se asegura la disminución del colesterol LDL entre un 7 y 12.5 % en aproximación.
Por otro lado, la Vitamina D es altamente recomendada para las mujeres que entran en la menopausia, ya que evita la pérdida de masa ósea y la disminución de estrógenos. Finalmente, el Omega 3 ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, regula la presión arterial y la frecuencia cardíaca; además de prevenir arteriosclerosis e infarto del miocardio.
Comentarios ()