Este es un dilema que nos aqueja al entrar a la vida laboral... ¡Ah, no!, lo siento: empieza desde la vida estudiantil. ¿Comemos rápido para ir a hacer nuestras tareas?
Este fenómeno va condicionado no solo por los horarios, sino por aspectos económicos, pues mientras en la universidad y el trabajo algunos llevan almuerzo o lo compran, otras personas comen ‘cualquier cosa’, dependiendo de su bolsillo.
“Cuando estoy ahorrando me como un sándwich con gaseosa, no almuerzo muy bien; pero cuando puedo gastarme la plata pues siempre busco comer algo bueno que tenga carne, ensalada, arroz”, dice uno de los jóvenes entrevistados por la revista de salud Scielo, en una investigación sobre los hábitos alimenticios de los jóvenes en la universidad.
En la misma investigación se concluyó que “el número de comidas y los horarios son regulados por las actividades académicas y estas se modifican en la transición del colegio a la universidad, volviéndose irregulares, por lo cual refieren no tener o tener muy pocos horarios fijos para alimentarse”.
Pero el panorama no cambia cuando empezamos a trabajar, pues a veces las tareas son ‘más importantes’ que el estómago.
Según dietistas, la gente suele consumir solo tres comidas al día cuando lo recomendado por los expertos es que sean cinco (desayuno, refrigerio, almuerzo, refrigerio y cena), las cuales deben incluir siempre proteína.
“Hay varios conceptos que se deben tener claros en la nutrición, entre ellos: las proteínas, que contribuyen en la formación de tejidos y músculos y que pueden ser de origen vegetal o animal y deberían aportar solo un mínimo de grasas. También los carbohidratos complejos o ‘saludables’, que son macronutrientes que encontramos en una gran variedad de alimentos, como en el arroz, la papa, la yuca, la pasta y la arracacha. Por último, los carbohidratos simples, como el azúcar, panela, miel, bocadillos, etc. Algunas claves para nutrirnos de forma apropiada es comer más frutas y verduras o carbohidratos saludables, por su aporte ideal de vitaminas y minerales”, indica Clara Valderrama, integrante del Consejo consultor de dietistas de Herbalife Nutrition.
Explica que consumir cinco comidas diarias tampoco debe ser un problema de tiempo, pues, de hecho, los refrigerios no deben ser grandes: pueden ser, por ejemplo, una barra de proteína.
“Hay una cosa clave de los refrigerios y es que no les damos la importancia que merecen. Si no como un refrigerio, llega la hora del almuerzo, tengo mucha hambre y puedo comer demás”, explica Valderrama.
Recuerde la fibra, que está en frutas sin pelar (mango, mandarina, manzana), también en verduras y granos como la avena.
Lo cierto es que aunque el dinero influye, escoger comida chatarra o saludable es opción suya y no va a afectar a nadie más que a usted.
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