Abelardo Robles Patiño dejó el Sur de Bolívar para cuidar una finca en zona rural de Riohacha, en La Guajira, y allí forjó su hogar. El martes en la madrugada, el predio donde vivía Robles fue escenario de una masacre.
El bolivarense, de 57 años y oriundo del corregimiento de Papayal, jurisdicción de San Martín de Loba, murió junto a su esposa Juana Serpa de Miranda, de 55; y su hijastra Estrella Patricia Serpa de Miranda, de 27. Los tres fueron asesinados a bala, golpes y cuchillo en la finca El Gran Esfuerzo. Dos niños han sobrevivido a la matanza.
Vecinos de las víctimas han contado a sus allegados que en la mañana del martes vieron en la entrada de la finca a un hombre en el piso que no reaccionaba cuando lo llamaban por su nombre, Abelardo. Cuando se acercaron a ver qué pasaba se dieron cuenta que tenía toda la ropa manchada con sangre.
Cuando las autoridades llegaron, efectivamente vieron a Abelardo Robles con varios balazos en la cabeza, un brazo y en la espalda, además de sufrir un fuerte golpe en la cabeza y tener signos de tortura.
Pocos metros más adelante, sobre una planta de sábila, yacía el cuerpo de Juana Serpa de Miranda. “Al parecer, la mujer intentó correr, pero fue alcanzada por sus victimarios. Tiene un golpe contundente en su cabeza que le produjo la muerte”, indicó la Policía.
Cuando pensaron que eso era todo, dos menores corrieron hacia la Policía y con dolor señalaron a una de las habitaciones, en donde estaba su madre, Estrella Patricia Serpa de Miranda, quien estaba al lado de una cama metálica y con un contundente golpe en la cabeza.
Al parecer, los asesinos la habrían golpeado varias veces hasta dejar todas las paredes con salpicaduras de sangre.
La Policía resolvió en un consejo de seguridad ofrecer recompensa por los asesinos.
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