Por: María Alejandra Castro Meléndez
Periodista
Dos cartageneros murieron en extrañas condiciones en Bogotá y San Andrés Islas, en menos de una semana. Las autoridades consideraron que se tratan de suicidios, pero sus familias no están seguras de eso, por lo que piden una investigación exhaustiva.
En San Andrés
El cartagenero Wilmer Crespo Espinosa fue encontrado en la noche del lunes 13 de junio en su cama, muerto y con un balazo de la barba hacia arriba atravesándole la cabeza. El hecho sucedió en San Andrés Islas, exactamente en el barrio Nueva Guinea. Al parecer, fue su cuñado quien lo encontró y dio aviso a sus familiares y a las autoridades de la escena del crimen.
La Policía de inmediato se dirigió al lugar de los hechos y afirman que el fallecido tenía un arma al lado de su cuerpo. Todo apunta a que se quitó la vida.
Wilmer tenía 34 años, nació en el barrio La María, en Cartagena; y hace cuatro meses se había radicado en San Andrés Islas para buscar mejores oportunidades. En esta ciudad se dedicaba al mototaxismo y ese mismo oficio lo desempeñaba allá.
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Palabras de su familia
Las primeras declaraciones apuntan a que pudo ser un suicidio, pero su familia recibió un reporte en el que se determina que Wilmer no tenía restos de pólvora en sus manos y que, al parecer, él no pudo tomar el arma.
“Cuando hablábamos con él, siempre nos decía que estaba bien y nunca sospechamos de algo raro”, afirma una tía del fallecido.
Su familia está desesperada porque desde una funeraria en San Andrés les piden siete millones de pesos para trasladar su cuerpo hasta acá, pero ellos no han podido reunir esa cantidad; sin embargo, sus vecinos del barrio La María, en el sector San Bernardo, han hecho todo lo posible para recolectar el dinero completo y contribuir con la causa, pero no ha sido posible.
“Su papá está muy desesperado y yo quiero que todos los medios de comunicación difundan esto para que las autoridades nos den información concreta de lo que en realidad sucedió y podamos tener a mi sobrino con nosotros”, fueron las palabras de una tía del fallecido, que se comunicó con El Universal.
Sus familiares piden darle cristiana sepultura en el barrio que lo vio crecer, pero se les está complicando la situación con el dinero que les exigen.
Otro caso en Bogotá
El cartagenero Roiser De la Rosa León, de 25 años, apareció muerto en Bogotá y su familia no sabe si fue homicidio o suicidio. Su padre explica que, según lo que sabe, estaba jugando borracho y, al parecer, se dio un balazo.
Roiser, criado en el barrio Piedra de Bolívar, vivía hace seis años en Bogotá con su esposa en el barrio Engativá, donde se desempeñó como marmolero, operador de producción y empalmador.
La mujer de él asegura que nunca le vio un comportamiento extraño como para cometer un suicidio, excepto el 7 de diciembre, día en que falleció un hermano de ella con quien él mantenía muy buena relación y que después entró en depresión. “Él era un hombre amable, alegre, juguetón y muy cariñoso”, afirma su viuda, con quien llevaba tres años de relación.
En el momento de los hechos, aquel 12 de junio, su mujer lo encontró sin vida en la casa y la Fiscalía de inmediato realizó el levantamiento del cadáver y lo trasladaron a su barrio natal, en Cartagena, en donde lo velaron y luego lo sepultaron en el Cementerio de Ternera.
Todavía se investiga este sospechoso caso, en el que no se sabe si fue una muerte planeada o simplemente un accidente de juego. Las autoridades están analizando pistas y comportamientos para dar con la verdad de lo sucedido.
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