Como un muchacho trabajador, juicioso y familiar recuerdan a Antonio Berrío Díaz, la última víctima mortal de la delincuencia en Cartagena.
Berrío cumpliría hoy 29 años, pero su vida se apagó ayer martes a las 3 de la tarde al recibir un balazo en la cabeza mientras trabajaba como domiciliario de un restaurante en el barrio El Country.
Se enfrentó al delincuente
La Policía en un comunicado narró cómo ocurrieron los hechos. Asegura que cuando el delincuente llegó al restaurante e intimidó con un arma de fuego a uno de los comensales, Antonio intervino y fue ahí cuando recibió el balazo mortal.
“Con el objetivo de preservar y proteger la vida del ciudadano afectado por la lesión de un proyectil de arma de fuego fue transportado en un vehículo policial a la clínica más cercana, donde falleció a los pocos minutos”.
Al hombre que disparó, los uniformados lo lograron capturar luego de una persecución que se extendió hasta el barrio Los Calamares. Dicen las autoridades que huía en moto junto a su cómplice, pero al chocar contra un carro siguieron su camino a pie.
En la calle La Lengua de ese barrio lo aprehendieron; su cómplice huyó, pero ya está plenamente identificado, y “se despliegan operativos para lograr su captura”, confirmaron los policías.
El hombre detenido cuenta con varias anotaciones judiciales por los delitos de hurto, porte ilegal de arma de fuego y lesiones personales. Las autoridades dicen que le hallaron un revólver calibre 32. También se incautaron de una moto marca Bóxer, de color negro y de placa GVO-71F.
El presunto responsable de la muerte de Antonio Berrío quedó a disposición de la Fiscalía por homicidio, porte ilegal de arma de fuego y hurto.
Entretanto, la calle La Paz, en El Líbano, está de luto. La esposa y los cuatro hijos del fallecido se quedaron esperándolo para celebrarle su cumpleaños. Su papá lo que quiere es justicia y “mano dura para los responsables”.
El hombre pide a las autoridades que el castigo sea ejemplar, pues “no se justifica lo que le hicieron. Mi hijo salía de su casa al trabajo y del trabajo a la casa. Tienen que pagar por su muerte”.
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