“Señora Martha, yo me siento mal”. Esas fueron las palabras que el patrullero Harold Enrique Meléndez Torreglosa le dijo el miércoles de la semana pasada a su suegra, Martha Navia, mientras la abrazaba con fuerza.
Martha advierte que vio deprimido al esposo de su hija Zury Lozano Navia, pero no sabe por qué. Lo que lamenta ahora es que solo unos días después, el lunes en la mañana, el patrullero haya intentado matar a Zury, para luego suicidarse al creer que estaba muerta.
El hecho ocurrió en el barrio Líbano, calle Primera de Acapulco, donde vivía el policía con su compañera.
Martha explicó que el domingo en la mañana su hija se fue con Harold para una discoteca en el Centro Histórico. Rumbearon y llegaron a casa el lunes en la madrugada. Prendieron el equipo de sonido y siguieron consumiendo licor.
A las 8 de la mañana del lunes, Martha estaba en una tienda cercana comprando alimentos para hacer la sopa de pollo que le pidió Meléndez Torreglosa, cuando escucho gritos. “Es en la casa de Martha, es en la casa de Martha”, gritaba un vecino. Ella se apresuró a ver qué pasaba, y al llegar a su vivienda se encontró con la tragedia. A su hija acababan de llevársela a un centro médico porque Harold le dio un balazo en un hombro. Tras creerla muerta, se suicidó dándose un balazo en la cabeza. Martha dice que Harold y su hija no discutieron y no entiende por qué pasó todo. Además, dice que el policía era un hombre amable, tranquilo y muy servicial. Mientras, Zury se recupera luego que la operaran por el balazo en el hombro que recibió.
Está fuera de peligro. Las autoridades siguen investigando para esclarecer lo ocurrido.
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